España debería haber estado representada en la reapertura de Notre Dame. Esta catedral no es solamente una iglesia, simboliza también Europa y su cultura. Desgraciadamente España ha estado en muchas ocasiones al margen de Europa, pero no deberíamos olvidar que España ha tenido a lo largo de la historia un papel protagonista en su construcción y no debería renunciar a seguir teniéndolo. La ideología particular de un ministro o de un gobierno se convierte en idiocia si a lo que contribuye es a empequeñecer la grandeza de su país. El esfuerzo de Francia para recuperar Notre Dame en tan poco tiempo no me parece que haya tenido solo un fin mercantilista para seguir atrayendo a millones de turistas cada año a París. Notre Dame no es un monumento más de la capital francesa. Recuperar Notre Dame no ha sido como si se hubiese tenido que reconstruir la Torre Eiffel, Los Inválidos o el Sacre Coeur. Notre Dame simboliza Europa por mucho que le pueda pesar a nuestro ministro de Cultura o al gobierno del que forma parte.
Notre Dame ha sobrevivido al tiempo, a la Revolución Francesa con la que se sustituyó el culto religioso por el culto a la razón y a la libertad , que fundió sus campanas y decapitó muchas de las estatuas que la embellecían y la explicaban. Sobrevivió a la Comuna de París, a la Gran Guerra, incluso a la orden de Hitler de derribar todos los monumentos de París si los alemanes tenían que terminar abandonando la ciudad de la luz. Ahora renace tras un incendio que a punto estuvo de destruirla por completo. Cinco años después y tras que el obispo de París llamase con su báculo a la Puerta del Juicio Final para pasar bajo el tímpano de los bienaventurados, despertar el órgano y consagrar la pila bautismal como manantial y origen de la vida cristiana, Notre Dame vuelve a ser lo que era. Algunos autores han hablado del paralelismo que existe entre la escolástica, que es la filosofía propia del medievo, y la arquitectura gótica. Durante el siglo XIII coinciden el siglo áureo de la filosofía y de la teología medieval con el periodo de máximo esplendor de la arquitectura gótica. Al mismo tiempo y en los mismos lugares se levantan universidades y catedrales. La Summa Theologiae de Santo Tomás de Aquino se podría entender como una majestuosa catedral donde se sintetiza razón y fe, así de la misma manera que cualquiera de la más importantes catedrales góticas que se construyeron en este periodo podría concebirse como un gran tratado visual de la fe, mostrando en sus vidrieras, esculturas y estructuras una enseñanza religiosa sistemática y comprensible. Al igual que la escolástica pretende poner claridad en el hombre que piensa y cree y del mismo modo que la razón ilumina la fe y la fe impulsa a la razón, así los arcos ojivales y las bóvedas de crucería permiten abrir espacios por los que se inundan de luz y claridad las altas naves que producen un efecto visual de ligereza en aquellos que las visitan o acuden a rezar en ellas. El gótico, al aligerar las cargas y ya no precisar de robustos muros para sujetar la techumbre, hace sentir cierta levedad en quien entra a una de estas catedrales, como si se aligeraran también sus hombros de las cargas y del peso de la existencia y se sintiese que unas alas te comenzasen a levantar y elevar y te trasladasen a un tiempo y un espacio sagrados para la contemplación. Esta misma experiencia es la que encontramos en los tratados de San Alberto Magno o Santo Tomás de Aquino en los que se redimensiona la realidad, abriéndola y elevándola al misterio que ennoblece y da sentido a la limitación humana.
Aquí están los orígenes de Europa, de aquí surgen sus valores y su modo de vida. La reconstrucción de Notre Dame tiene mucha más importancia, si cabe, por ser Francia donde se ha producido, un país en que la delimitación entre el ámbito de lo secular y de lo religioso están claramente diferenciados. Esto nos esperanza a quienes nos sigue entusiasmando la Europa de entonces y la del mañana.