Aurora Gómez Campos

Aurora Gómez Campos


De frente y de perfil

09/01/2025

La fiesta continuó con un cóctel, una cena en la que no faltaron productos españoles y un brindis regado con caldos nacionales». Así narra un semanario nacional el 87 cumpleaños del rey emérito en Abu Dabi, como si fuera el NODO que tenían ver los españoles en las salas de cine. Pero no solo regó con caldos nacionales su fiesta, sino que además ocurrió el florido fenómeno consistente en que «el emérito, por supuesto, sopló las velas de su tarta de cumpleaños».  Bueno es saber que tuvo fuerzas para realizar tan singular soplo, ese hálito similar a aquel con el que el Creador insufló vida al barro. 
El ambiente, propio de un baúl, fue amenizado por Los del Río, dúo gracioso donde los haya, con cuyo donaire quedaron encantados los modestos paisanos de Abu Dabi. Por su parte, los susodichos paisanos agasajaron al rey emérito con una traca de drones en las que aparecía Juan Carlos de frente y Juan Carlos de perfil, ignorándose si el jefe de los Festejos de Abu Dabi tiene un especial sentido del humor. 
Desde Zarzuela se le ha pedido discreción razón por la cual no han arrancado su vuelo los drones necesarios para poner todas las letras en el aéreo y colorido mensaje. Y es que el padre del Rey Felipe VI parece no cesar en la intención de doblarle los picos de la corona a su hijo. 
Se trata de una fiesta idílica en la que un hombre celebra su 87 cumpleaños en compañía de sus hijas y nietos. La anomalía comienza cuando ese hombre tiene un hijo que ocupa el trono de un Estado y cuando el solo hecho de continuar sentado en la regia silla depende de la intensidad de la confianza que los ciudadanos españoles depositen en el citado ocupante del trono. 
«La coreografía aérea, que iluminó el cielo de Abu Dabi, iba mostrando a través de las luces de los drones varias imágenes del rostro de Juan Carlos a lo largo de los años», continúa la crónica del evento. Se olvidan de aludir a que el rostro de Juan Carlos se iluminó al verse a sí mismo dibujado en el cielo y que sus ojos se humedecieron por el arrebato de emoción. Y es que si a uno no lo veneran en España pues lo veneran en los Emiratos Árabes Unidos, el caso es que lo adoren a uno doquiera que vaya. 
«El show finalizó con el aplauso unánime tanto de los curiosos que pudieron contemplarlo desde el paseo marítimo como de los invitados a la fiesta privada del emérito». Así concluye la crónica, tal y como terminaría nuestro documental del NODO. Y es que la admiración del pueblo engancha. Cortar de repente el suministro de admiración y adoración debe producir un fuerte síndrome de abstinencia. En efecto, el pueblo de este país respetaba y admiraba a una persona que no devolvió ese respeto a su pueblo en forma de autoridad moral. Por ello, ahora no puede extrañarse de que se bromee sobre unos drones que, curiosamente, dibujan en el cielo su rostro de frente y de perfil.