En un mundo donde la información se pasea por las redes y los aparatos móviles y el papel va desapareciendo a ritmo de vértigo en las casas y en las empresas de todo tipo, es necesario recrearse un poco en estas misivas que siguen estando presentes, con tal de reivindicar su hegemonía, para recordarnos que si antes fueron muy importantes, lo siguen siendo ahora también en pleno siglo XXI.
Recuerdo a mi cartero, trayéndome cartas de amor y amistad en papel, día sí y otro también. Era la alegría personificada, un gustazo recibir cartas a media mañana no sólo por la carta sino también por el cartero. Luego cambiaron los designios del papel y nos empezamos a quejar de las numerosas cartas que nos llegaban de los bancos, creo que por eso comenzamos a interaccionar algo menos con los carteros, en mi caso con otro amigo y ahora con mi chica cartera. Al menos la alegría que aportaba sus visitas se tornaban en cosa seria, certificados, paquetes y poco más, pero también en que las cuentas extra largas se convirtieran a la corrección aunque no fueran muy románticas. Pues bien, ya tampoco nos llegan cartas de los bancos, se han ido igualmente a las pantallas y apenas conocemos ni a sus humanos remitentes ni a sus oscuros mensajeros.
Sin embargo, la carta prevalece, parece que se nos va quedando como un gran medio de comunicación. Paradójicamente, es utilizada en algún resquicio para salvaguardar los proyectos, políticos o no, de los gobernantes que se quieren retirar pero que luego no se retiran, que acusan o que exculpan. Pobre del mandamás que la reciba antes o después desde un medio de comunicación, eso será motivo de expulsión de un partido o de un cargo prometido. Cierto que al escribir una carta la dirección, no la postal, es bilateral y nadie puede toser en contra de lo que allí se diga, sí que es posible criticar el contenido, pero en la actualidad así se está haciendo, primero escribo y luego critico, poco más.
Desde la antigüedad se han escrito cartas muy interesantes, misivas de todo tipo que aunque hayan sido íntimas han salido a la luz. En nuestros tiempos, incluso hay un blog, cartasfamosas.blogspot.com, propiedad de Olga, donde se recopilan centenares, si no miles, de cartas importantes o muy curiosas que han afectado al curso de la historia y de las artes, sobre todo de la literatura. La lectura de estas cartas es tan alucinante que no puedo prescindir del tema y de los destinatarios y escribientes de algunas de ellas, así como de sus principales motivos para escribirlas.
Entre las mismas, destaco el asunto de una de ellas que aún en estos días sigue vigente, el creacionismo y la negación de lo científico, y cómo el pobre Galileo se esmera para demostrar con todo su miedo que el sol no se mueve y sí la tierra. Lo hace en una carta muy clara pero atemorizada dirigida a la Duquesa de Toscana.