Además, hay una carta-respuesta de Beethoven a una niña de ocho años, le escribe expresándole las gracias por hacerla feliz con su música. Y la de Neruda a su amada Albertina que no le hace caso, le recrimina que en diez días sólo le ha enviado una carta, incluso se casa para que sienta celos, pero Albertina también se casa con otro poeta. Otro escritor escribe cartas a lo bestia, es Baudelaire, escribe un libro a modo de carta para su madre, texto que a ninguna madre le gustaría recibir jamás, donde en su despedida habla de ternura, dolor, dulzura y esperanza. Otra más: Juan Ramón Jiménez respondiendo a Antonio Machado sobre nostalgia y popularidad. Y otra: La tierna misiva que escribe la escritora Emily Dickinson dirigida a Susi, su cuñada, casada con su hermano y, con mucha probabilidad, su verdadero amor.
También hay cartas históricas, literarias y de amor de todo tipo, como el amor eterno que profesa el cantante Joan Manuel Serrat a la ciudad de Montevideo. Pero incluso Cristóbal Colón escribe su gran carta en 1943 sobre su descubrimiento desde la carabela en Canarias, o Teresa de Calcuta con su carta más espiritual. Luego están las cartas más actuales como la carta de Rosa Montero, Carta a un lector pirata.
Entre las cinco cartas más famosas que se dice han cambiado la historia de la humanidad está la de Napoleón a Josefina: «Tus cartas son la alegría de mis días», dirá. O la de Cristóbal Colón a los Reyes católicos, o la de Gandhi a Hitler, o la de Donald Trump al coreano Kim Jong-un anulando una reunión y disputando temas nucleares, o la carta de amor de Frida a Diego, o finalmente, la carta de Federico García Lorca a Adolfo Salazar en un trágico junio del 36.
Ayer tuve en mis manos varias cartas escritas a los Reyes Magos hace décadas con letra escolar, estos Reyes que se toman las galletas y luego no saben dónde dejan el listado, ese es el motivo de que nunca traigan lo que les pedimos, ¡pobres niños! En Correos, en Navidad, ya han preparado los buzones especiales y de los que responder, responden, con merchandising, o al menos era así hace algunos años; porque ahora, con tanta rivalidad de medios escritos, nos conformamos con que las cartas lleguen a su destino en esos tres-cuatro días que nos dicen, llegarán.
Por su parte, las tiendas jugueteras aprovechan, con sus juguetes en los escaparates intercontinentales, de unos continentes más que de otros, e introducen la carta en el catálogo, pidiendo buena letra, sin olvidar poner nombre, edad y ciudad en la que se vive, datos difíciles de adivinar por los Reyes Magos.
Dejando en un lugar ilusionante las cartas infantiles de los Reyes Magos, habrá que seguir escribiendo cartas, el mundo de las grandes misivas es impresionante y las firmas, sea con clave, contraseña o DNI electrónico, nos agobian demasiado. Queridas misivas…