Antonia Cortés

Desde mi ventana

Antonia Cortés


La voz

27/03/2025

Las aguas no corren limpias. El aire que se respira huele a contaminación. Las miradas son desafiantes y mezquinas.
¿Quién puede más en este mundo enloquecido? ¿Quién se arrima a quién y cómo se van ajustando los bandos?
Hay días que ni el horizonte se divisa claro pese a estarlo el paisaje. Niebla entre el cielo más soleado; laberintos de ideas confusas y difusas donde se pierden palabras como lealtad, compromiso, libertad, respeto, ternura. 
Qué se espera en un mundo donde incumplen las normas los primeros que han de cumplirlas. Poder por encima del poder. Ambición, y que caiga quien caiga. Nadie se mira a los ojos. La sinceridad no interesa cuando de intereses se habla. Lo personal por encima de todo. Sonrisas maliciosas cuando nadie tiene motivos para sonreír más allá de ese gran lugar en el que se hace, o se dice que se hace, política. Ahí donde las líneas rojas se pasan. Donde son tantos los que dejan tanto que desear.
Los poderosos se miden las fuerzas, mientras las fuerzas de los más débiles se van agotando. No vale todo en este escenario donde los personajes que no han de morir mueren, donde se cambian los papeles, donde nadie entra en el tiempo en que ha de entrar. El mundo, así en general, es un caos. Y el caos se extiende como una plaga… y comienza a sentirse el miedo. Y quieren que lo sintamos. Resistiremos, lo haremos una vez más. Aunque cueste, que cuesta.
No interesa que se hable, que se vea, que se diga, que se muestre, que se deje constancia de las injusticias, de los deseos de los ciudadanos, de sus derechos y sus inquietudes. Y como no interesa te quitan del medio. Un oasis sin agua, una casa sin gente, una sierra sin jarales, un parque infantil sin niños, un colegio sin risas, un periodista sin palabra.
Quitarles la voz a los periodistas es lo mismo que quitar a la sociedad su derecho a saber. Mudos y ciegos, así nos quieren. Sin cámaras, sin papel, sin redes, sin pluma ni voz. Silencio y más silencio.
Mal vamos cuando los gritos se ahogan antes de salir, cuando la violencia se impone al diálogo, cuando la solución está en llevar a la cárcel al que molesta. Podríamos mirar hacia muchos sitios, derecha e izquierda, arriba o abajo. Desde México a Venezuela para llegar a Palestina o a Nigeria, al Congo, Vietnam, China… La censura se impone, la libertad de expresión camina hacia atrás como los cangrejos. Los últimos acontecimientos, de momento, en Turquía. En Estambul siete periodistas han sido encarcelados por cubrir las manifestaciones de sus ciudadanos tras el arresto del alcalde de la ciudad, Ekrem Imamoglu. A Erdogan no le gustan sus rivales. Los detenidos sobrepasan el millar. Distintas asociaciones no han tardado en pedir la libertad de sus colegas.
Locos y más locos ejercen sus peligrosas locuras, quizá por eso no sea ninguna tontería tener a mano ese kit de supervivencia, aunque solo sea para 72 horas, y la voz, la voz siempre preparada para contar, para informar, para defender lo que tanto cuesta alcanzar.