José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Buscando a Swift, desesperadamente

05/06/2024

El fenómeno Taylor Swift es tan sencillo como inexplicado. E inexplicable, a falta de sociólogos culturales multiusos, como los antaño discrepantes Juan Cueto y Vicente Verdú.  Algo usual a estas alturas: aceptar sin explicar y sin dar argumentos. Por más que algunos comentarios –incluso, aquí, en La Tribuna, José Luis Loarce– le otorguen la pluma de la poesía. Igual que otros conspicuos, le conceden complicidades superiores y remotas, que llegan hasta Faulkner y Capote, a la chica de Pennsylvania y pueblen la galaxia del sometimiento y la reverencia de alguien que ya la han bautizado como la 'J.K. Rowling del pop'. Y esta es la secta abierta de los llamados swifties, con administradores de relumbrón como Xavi Sancho, Ana Marcos, Fernando Neira o Eva Güimil. Esto es, una máquina de hacer dinero en las actuales coordenadas del espectáculo. Pero ni la Rowling es una máquina de hacer literatura, ni la Taylor es un ejemplo de canciones memorables. Por más que los acólitos prediquen: «El fenómeno T.S. es sencillo: a muchos, muchísimos, nos gustan sus canciones, pero tiene ramificaciones fascinantes, al menos eso cree Harvard que dedicará un curso a su figura». 
Los programas pseudo informativos que la han incluido en sus sumarios han preferido quedarse en la anécdota, escribe Eva Güimil en El País. Más aún proclama el culto/inculto al decir:«Hemos escuchado a presentadores y tertulianos jactarse de no conocer ninguna canción suya y hasta de no saber quién es, como si eso les validase intelectualmente. La ignorancia es legítima, pero no debería lucirse como una medalla». Yo el único Swift que conozco y prefiero con medalla, es Jonathan Swift autor de Los viajes de Gulliver. «Los viejos –prosigue Güimil, que es de 1972– podemos recordar que hace más de 30 años se trataron con idéntico desdén el Blond Ambition World Tour de Madonna». Pues nada, a reina muerta reina puesta y que yo la busque desesperadamente, como en la película de 1985 de Susan Seidelman, con Madonna reina de protagonista. 
Pero han llovido ya cuarenta años. Incluso Fernando Neira ante el ciclo cuasi religioso The Eras tour, –11 discos rememorados– habla de ella como «diosa con mejor reino que canciones» y la fija como «heroína» cual una Juana de Arco laica y civil del indie-pop. Aunque acabe preguntándose si es para tanto tal movimiento y aunque acaba claudicando al afirmar, exagerado que «The Eras Tour es el espectáculo más grandioso, apabullante, sofisticado y superlativo que recuerda el mundo occidental». Pues eso, buscando a Swift desesperadamente. Prefiero a Madonna, Sade, Diana Kroll y Amy Winehouse.