Antonia Cortés

Desde mi ventana

Antonia Cortés


San Isidro Labrador

16/05/2024

Una de las grandes derrotas de las tropas cristianas durante la Reconquista fue la que se disputó en Alarcos un 19 de julio de 1195. Nada pudieron hacer en este cerro manchego frente al ejército de los almohades liderado por Abu Yusuf al Mansur, más numeroso y organizado que los hombres a cargo del rey Alfonso VIII de Castilla, quien, consciente de esa superioridad, pidió el apoyo de los reinos de León, Navarra y Aragón, aunque los refuerzos no llegaron a tiempo.
Un duro varapalo para el rey castellano que tuvo que esperar diecisiete años, corría el año 1212, para celebrar su gran victoria, también en un mes de julio, contra el enemigo en la Batalla de las Navas de Tolosa, conocida también como la del Castigo. Esta vez, en tierras de Jaén.  Un gran hito en la Reconquista.
Su unión con los ejércitos de los reyes Pedro I de Aragón y Sancho VII de Navarra, las órdenes de Calatrava y de Santiago, así como los caballeros templarios y otros voluntarios llegados de Portugal y Francia, y, por supuesto, el de la Iglesia bajo el mandato del papa Inocencio III, le dio el triunfo frente a los soldados musulmanes encabezados por el emir almohade Muhammad an Nasir, hijo de Al Mansur.
Cuenta la leyenda que esta gran conquista de los cristianos fue gracias a que pudieron atravesar Sierra Morena con la ayuda de un pastor llamado Martín Alhaja, que bien conocía esos parajes y que les indicó el camino que debían seguir para sorprender al enemigo. Pero no queda ahí la cosa, ya que tras el triunfo y cuando el rey castellano llegó a Madrid, visitó la iglesia de san Andrés, donde se encontraba el cuerpo incorrupto de san Isidro. Al verlo, el monarca reconoció al pastor que les había guiado por las sierras andaluzas. Actualmente, su cuerpo está en la Colegiata de san Isidro de Madrid
No sólo la capital española celebra la festividad de san Isidro, canonizado en 1622 por el papa Gregorio XV, sino otros muchos lugares, pues este personaje, del que se dice que fue humilde, bueno y labrador, y también el primer santo casado (santa María de la Cabeza fue su esposa) fue proclamado patrón de los agricultores en 1960 bajo el pontificado de Juan XXIII.
El Madrid castizo rebosa alegría en sus calles donde no faltan las visitas al santo, los chulapos y chulapas que bailan bien pegados al compás de un chotis, los claveles rojos, los barquillos y rosquillas bien azucarados y las tardes de toros en las Ventas, por muchos premios que quieran quitar. También se honra a san Isidro en los pueblos manchegos, con sus romerías y procesiones, donde se mira al cielo con agradecimiento por las lluvias caídas y se pide con devoción que siga mimando los campos para que los agricultores puedan celebrar otro año de buenas cosechas.