Antonia Cortés

Desde mi ventana

Antonia Cortés


Octubre se viste de rosa

24/10/2024

Octubre se viste de rosa. Los lazos de ese color inundan las redes sociales; los testimonios de las personas afectadas afloran; los medios de comunicación dedican programas especiales y escriben reportajes desde enfoques muy dispares; las calles se llenan de corredores solidarios; y se organizan actos y más actos para dar visibilidad a una enfermedad que está ahí y que nos afecta de forma directa o indirecta: el cáncer de mama.
Pronunciar su nombre da miedo. Ya te pone al acecho de lo que ha de venir y de los cambios que se van a producir en tu vida. Evitar la palabra o sustituirla por tumor o bicho no es la solución. Al cáncer hay que agarrarlo por los cuernos y enfrentarse de frente, no desde la mirilla de una puerta, ni de refilón. No mencionarlo no significa que no está.
Pero ¿por qué angustia tanto? Porque, de pronto, nuestros pensamientos dan cabida a la posibilidad de la muerte, porque se piensa en lo que, posiblemente, nunca se ha pensado: en esos días contados, en los vómitos, en las pruebas y más pruebas, en la caída del pelo, en la bajada de las plaquetas, en la fragilidad… en ese mar inmenso donde nos vamos a ahogar seguro. Pero caminar de la mano de ese miedo no ayuda, al contrario, paraliza, genera más angustia, no te deja reaccionar, analizar… y te consume.
Al miedo hay que echarlo antes de que nos invada, una, dos, mil veces. Sí, sé que es fácil escribir estas palabras; sé de la dificultad de conseguirlo; sé que querer soltarse no basta, porque ese enemigo se agarra como una ventosa y no se deja vencer. Pero también sé, por mi propia experiencia, que sí es posible, que se puede, que hay que enfrentarlo, que cuando llegan esos temores en forma de pensamientos hay que transformarlos, cambiarlos. Que si se piensa que me voy a morir a continuación hay que decirse en voz alta que voy a vivir; que si en nuestra cabeza ya está asumido que se va a vomitar, hay que pensar que no; que si se tienen ganas de llorar, se llora, pero luego se limpian las lágrimas, se lava la cara y se dice un día más.
Soy consciente de que cada año unos dos millones de personas en el mundo son diagnosticadas con cáncer de mama y que en España la cifra supera los 35.000; que los casos que se detectan van en aumento, pero que, gracias a la investigación y la prevención, también son más los que se curan: el 90 %.
¿Y si se está en el otro porcentaje? Yo también me lo planteé, era la primera vez que me enfrentaba a la muerte y en mi larga conversación interna descubrí que no la temía. Estoy segura de que esa conclusión me ayudó mucho, y el hacer el camino con la gente que te quiere.
Se puede, de verdad que se puede.