Coincide la vigencia de la expresión Entartete kunst o Arte degenerado, puesta en circulación por los nacionalsocialistas hitlerianos en las décadas de los treinta y cuarenta del siglo XX, para denominar a todo aquello que contradecía su ideario integrista, fantasmal, populista –las raíces del Volk y del Heimtastile– y racista, con la voluntad washingtoniana del presidente Donald Trump por liquidar todo lo que huela a moderno y liberal. El conflicto nazi y su guerra cultural parda quedó resuelto con la prohibición –persecución y destrucción en el límite– de la pintura –no solo pintura, literatura y arquitectura también– abstracta, informal y judaizante, al tiempo que se producía la incautación y la posterior comercialización de toda esa pintura contaminada y contagiosa procedente de los tiempos de Weimar, como practicara el mariscal de campo Göring, condenando y robando lo tatuado por el mal de ojo y como refleja la foto del Mauritshuis de La Haya: la sala del museo sólo provista de marcos sin tela, en una visión fantasmal.
Algo parecido a ese holocausto cultural europeo y germano ha dado comienzo en Estados Unidos –sobre todo en la capital federal, Washington– como forma de venganza a los tiempos anteriores –demócratas, liberales y woke– en los que el apoyo electoral a Trump fue de apenas el 7%. Y por ello se dictan órdenes ejecutivas en pro del Buen Gobierno. Se bloquean fondos para el Kennedy Center, ordenando terminar con su política de inclusión o de universalización de valores, se limitan los programas para el desarrollo de las Artes y se cuestiona el mecenazgo liberal que rompe conciencias nobles. También se critica la arquitectura última de la administración demócrata, y se insta a que los edificios oficiales se produzcan con criterios «neoclásicos, regionales y tradicionales». Se acabó el maremágnum de modernidades y brutalidades –ahora que se recupera en el cine, con algún error, el concepto histórico de brutalismo con arquitecto judío, para colmo de males–.
Mientras tanto, como reverso contradictorio y no explicado, se produce la inflamación –como metástasis cancerígenas– de celebraciones artísticas madrileñas e internacionales. No sólo Arco, como feria anual del arte. También crecen, ante la adversidad, otras celebraciones. Art Madrid, Artist Experience, Just Mad, Hybrid Art, Urvanity Art Fair o el Salón de Arte Moderno. Igual ocurre con la Semana del Diseño de Milán y con la Semana de Estocolmo, con la Semana de la Moda de New York, con la Mercedes Benz Fashion week o con el Style de Bangkok. Y es que toda abundancia determina una escasez. Del Arte Degenerado al Arte inflamado.