Juan Luis Cebrián acaba de presentar su último libro. El título elegido es El efecto Sánchez. Ética y política en la era de la posverdad y ha sido publicado por la joven editorial Ladera Norte, que dirige el escritor mexicano Ricardo Cayuela. Esta obra recoge una selección de artículos publicados en El País en los últimos años en los que aborda cuestiones actuales y de enorme preocupación como la ambición de poder de Sánchez, la independencia en Cataluña, los nacionalismos, la crisis institucional, la fragilidad democrática, la prensa… sin olvidar la guerra de Ucrania o la situación política de Estados Unidos y América Latina.
El cofundador y exdirector del periódico El País eligió para su presentación a Cayetana Álvarez de Toledo, diputada del PP, y al académico Félix de Azúa, uno de los intelectuales fundadores de Ciudadanos. Reconozco que, al ver la invitación, pensé en lo mucho que estaba cambiando todo para que nada menos que Cebrián, al que nadie tacharía de ser un hombre de derechas, eligiera a estas dos personas de compañeros de mesa para algo tan importante como presentar su obra. Curioso, porque la propia Álvarez de Toledo también se preguntó qué pensaría Jesús Polanco, el que fuera presidente del Grupo Prisa, y la persona a la que el autor dedica su libro, al verla ahí sentada. Ella misma contestó: «Que Cebrián se ha vuelto loco».
Si todos los que «se han vuelto locos», y entrecomillo esa cuerda locura, por los mismos motivos que Cebrián, es decir, por querer libertad de expresión y de prensa, un país unido, que los que delinquen cumpla la ley, la igualdad entre comunidades, el derecho a informar, una división de poderes real, una justicia justa y un largo etcétera, estuvieran en los antiguos llamados manicomios, necesitaríamos muchos millones para construir nuevos espacios donde meterlos.
Cebrián, él mismo lo reconoció, desde 2017 que se jubiló, dejó de tener esas cautelas que son imprescindibles dependiendo de dónde y cómo se esté, y comenzó a disfrutar de una libertad «como nunca». Sus artículos, muchos de ellos recogidos en este libro, así lo confirman. Las ansias de poder de Sánchez a costa de lo que sea, su falta de transparencia, su querer controlar a la prensa… «su traición al espíritu de la Transición» resonaron en este acto, donde también se recordó que el mundo «está gobernado por idiotas, tanto de derechas como de izquierdas». Idiotas muy peligrosos, añadiría yo.
Cebrián no dijo nada que no se haya ya escuchado de otros socialistas de antaño, cada uno a su manera, como Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Leguina…, aquellos que supieron de verdad lo que era conquistar una Democracia tras más de 40 años de dictadura, los que vivieron el exilio y la persecución, los que apostaron por el futuro, por una sociedad justa, los que supieron que sólo al superar rencores, odios y venganzas podría construirse un mañana mejor.
Ojalá, y pronto, el optimismo que dijo tener uno de los periodistas más importantes de la Transición se haga realidad y se cumpla ese deseo dicho en voz alta en la abarrotada Librería Antonio Machado: «Hay que recuperar el espíritu de convivencia».