José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Eladio/Valentín

24/09/2024

Así, con la barra umbraliana que une/separa. Porque todo es ahora polisémico. Como el título mismo de este libro tan lírico, El sol del revés, subtitulado Antología poética de Valentín Arteaga y Eladio Cabañero. Idea y producción de Jaime Quevedo Soubriet, que desde 2018 edita bajo el rótulo de DC 39 Bambalinas PC, como una contraseña o el nombre de una nave en vuelo desde sus cielos de Tomelloso. Y con estudio previo y selección de Pedro A. González Moreno, quien mejor conoce y ha estudiado nuestra poesía contemporánea.

No suelen darse a las antologías un tratamiento editorial tan exuberante, de gran catálogo, que se explica también al incorporar casi una treintena de cuadros a color del pintor realista tomellosero Ángel Pintado. Edición, patrocinios consistoriales y actos de presentación que desembocan en lógico homenaje a un dueto de poetas nunca enlazados de este modo. De "haz y envés de un mismo sol" habla Pedro Antonio. Y por ahí habrá que explicarse tan metafórico título. ¿Dos caras del sol como si fuera la luna? ¿Sol al revés, volteado, inverso?

Dos poetas de la misma geografía y generación, Eladio Cabañero (Tomelloso, 1930-2000) y Valentín Arteaga (Campo de Criptana, 1936), amigos, casi paisanos. Y tan distintos. En poética y en producción. Solo cuatro libros el primero, que acabó cambiando el andamio por el soneto y las revistas literarias en Madrid. Más de treinta, entre poemarios y libros de artículos, el sacerdote teatino, de 88 años e itinerante periplo vital, todo un torrente: en los ochenta llega a publicar siete títulos en dos años, y el último en 2022, Hacia la puerta que nunca abrimos.

Eladio cortó pronto. En 1963 se despidió con Marisa Sabia y otros poemas, por el que recibió el Nacional de Literatura. "Se diría" escribió en 1995 Umbral, amigo y compañero de tertulias en el Café Gijón, "que la gran ciudad le va matando las vivencias infantiles, poéticas, campesinas". Él lo explicaba, a su modo, en la antología que Libertarias le dedica en 1992, al año siguiente de recibir el premio de la Crítica, cuando, con su retranca proverbial, se dibuja como "Eladiete gandul, calvo enorme, bribón, vago y tercuzo". Porque se podía "ser poeta sin escribir", llegó incluso a decir. Algo imposible en Valentín, como un ciclista que sin pedalear se desplomaría; "hechicero o chamán de la tribu", le define el prologuista, redentor de la palabra y "heterodoxamente confesional", poeta de la trascendencia y de todos los amores, esteticista y sensual a su modo, y metaforizante siempre. "Al revés de las horas, hacia ti desandando", dice en un verso, podría ser todo un aforismo, bellísimo.

Se dedicaron mutuamente versos y poemas. A los dos he conocido, más a Valentín —que participó, generoso, en mis comienzos de editor—, y sigo viéndolos en dos planetas. Aunque se miren, se reflejen y se quieran. Y sientan como nosotros su tierra. "El horizonte suena como un yunque", decía un verso del poema Jornalero, primer libro de Eladio con veinte años. "Gime el calor", ¿respondía? el de Criptana en el poema Negra Mancha quemándose, 1980.