Comienzo estas líneas con la alegría y el sabor dulce de la victoria de España contra Francia por un 2-1 tras los goles de un jovencísimo Lamine Yamal y de Dani Olmo. Un resultado que coloca al equipo de Luis de la Fuente en la final de la Eurocopa y que llena de euforia la mayoría de los hogares de este país, pues no creo que nada una más y se disfrute tanto de forma colectiva como el deporte y, en concreto, el fútbol, le pese a quien le pese.
Momentos en los que realmente la bandera amarilla y roja se exhibe con orgullo, en los balcones, en las fachadas, en las espaldas, en las manos… con una naturalidad tremenda, sin connotaciones políticas, sin vergüenza, sin pensar que te van a acusar de ser o de dejar de ser. España, ese es su significado, nada más y nada menos.
Niños, mayores y ancianos, hombres y mujeres, se funden cuando se habla de sentimientos, de nervios, de deseos, de ilusiones, de conquistar un sueño como el que seguramente ha conseguido Yamal a sus 16 años. Y el triunfo hace que la gente comparta, que se abrace incluso sin conocerse, que grite hasta quedarse sin voz, que brinde, que se contagie la felicidad. Una locura compartida que se agradece en estos tiempos en que las buenas noticias no son las que abundan cuando se enciende el televisor.
El bar gallego donde Paloma vio el partido junto a otros amigos estaba a tope. Dudó antes de ir porque al día siguiente había que madrugar, porque no es futbolera, porque la pereza muchas veces manda, pero al final el deseo de Ana, que seguro que ya siempre recordará su cumpleaños del 2024 como el día en que España pasó a la final de la Eurocopa, pudo más que esas pequeñas excusas. Y se alegró, vaya que sí se alegró, pues la felicidad llama a la felicidad y ese era el ingrediente que se respiraba entre los españoles como Javi o el pequeño Hugo que lo dio todo con su "Viva España" escrito en una servilleta de papel y sus dedos cruzados cada vez que el balón se acercaba a la portería francesa. Emoción y euforia entre los españoles, pero también entre los que no lo eran como un grupo de americanos e italianos que sufrieron tanto o más y que celebraron el triunfo de la selección española como algo propio. "Fuera Italia de esta Eurocopa, ¿quién mejor que España para ganarla?", comentaban mientras chocaban sus garras de fría cerveza.
Empieza la cuenta atrás. El próximo rival no será fácil, pero tampoco nosotros lo seremos. En tres días, este domingo a partir de las 21.00 h, comenzará otro partido de infarto y emoción. Ojalá y La Roja consiga en Berlín lo que parece que tanto nos cuesta: unir a un país. Ya estamos muy cerca… ¡Vamos a por la cuarta!