Nos dicen en un curso sobre oratoria que las claves para ser un buen orador son la naturalidad, la humildad y transmitir con el corazón.
En estos tiempos es mucho más fácil que nunca, gracias a las redes sociales, acceder a conferencias, podcast, reels o distintas charlas de muy diferentes personas, unas más formadas o más 'dotadas' que otras para comunicar bien. De todos los temas que queramos podemos disponer de vídeos en los que aparezca alguien hablando.
Sería un buen ejercicio fijarnos en sí esas personas a las que seguimos tienen esas tres cualidades a la hora de comunicar.
Pienso que, desde luego, son imprescindibles para atraer a la audiencia sobre aquello de lo que estamos hablando y para que nuestro mensaje sea recordado después.
La naturalidad cumplirá la función de simplificar la información. Impedirá que nos llegue un mensaje artificioso o difícil de descifrar y eso siempre es de agradecer.
La humildad conseguirá que la persona que habla se ponga a nuestra altura y no se muestre demasiado 'experta' cuando no proceda. Así empatizará con el público y lo que diga será recibido con facilidad y con la satisfacción que da entender un mensaje que se nos ha explicado de forma adecuada.
Con la última de estas cualidades, transmitir con el corazón, se atraerá mucho mejor la atención del oyente. Si percibimos que el orador cree, de verdad, en lo que está contando y lo transmite con convicción nos sentiremos atrapados por su manera de contar, atenderemos mejor y es muy probable que retengamos mejor lo que nos cuenta.
Existen varios estudios en los que se demuestra que mucho más de la mitad de la información nos llega por 'cómo' nos la están transmitiendo y no tanto por el mensaje en sí. Es un dato sorprendente que viene a ratificar que es muy importante que nos paremos a pensar en la manera en la que nos comunicamos.
No todas las personas son coaches, profesores u oradores, pero sí nos contamos todos cosas. Por eso es fundamental pararse a reflexionar sobre el modo en el que lo hacemos. Por una parte, conseguiremos transmitir de una forma más eficaz y además, podremos evitar malentendidos o suavizar una situación de tensión si el mensaje encierra algo de dureza.
Aunque pueda considerarse que hablar bien es un don y se nace con ello, siempre será posible mejorar algo que es natural en el ser humano, como es la comunicación.
Tal vez solo nos preocupamos por ello ante situaciones como una entrevista de trabajo, una lectura de trabajo de fin de máster o de grado o una lectura en un evento, por ejemplo.
Sin embargo, es un tema esencial para nuestra convivencia en general. Sería muy recomendable que intentemos analizar nuestras técnicas de comunicación y no dejar de mejorarlas para sentirnos mejor y que también lo hagan quienes están a nuestro alrededor.