Elisabeth Porrero

Elisabeth Porrero


Madama Butterfly, denuncia y belleza

18/09/2024


La preciosísima ópera Madama Butterfly, compuesta por Giacomo Puccini y basada en el cuento del mismo título  de John Luther Long, cerraba la temporada 2023-24 en el Teatro Real. 
La propuesta escénica de la que el público asistente pudo disfrutar fue obra del reputado director de escena italiano, Damiano Michieletto y causó una gran polémica. 
Hubo quien puso el grito en el cielo porque la protagonista solo vistió kimono durante el primer acto, para cambiarlo por unos bonitos pantalones vaqueros que llevaban bordadas unas coloridas mariposas, en honor a su nombre, y por una camiseta con un dibujo de la muñeca Hello Kitty. 
Personalmente, creo que esta apuesta ha sido un gran acierto. El cambio de ropa de Butterfly, con un guiño a la infancia quería representar precisamente eso, que ella era una niña que es vendida a un hombre adinerado americano y era una preciosa metáfora de su ingenuidad.
En el escenario contemplamos un barrio de los suburbios de alguna ciudad oriental donde se ejerce la prostitución. Dentro del lugar donde las prostitutas 'trabajan' pueden contemplarse varios ositos de peluche y muñecos. 
Entre las funciones del arte se encuentra la denuncia y eso es lo que sucede aquí, teniendo muy claro el escenógrafo que su objetivo es dejar claro a la audiencia que es necesario protestar contra la explotación sexual infantil y la trata de menores.
Tal vez el resultado estético podría haber sido más espectacular con la decoración que tradicionalmente va relacionada con esta obra,  pero nunca está de más usar todos los elementos posibles para condenar aquello que nos deshumaniza y mostrarlo así a un público para hacerle reflexionar.
Hay que abrir la mente e intentar interpretar los símbolos que se nos transmiten y cuya función es tan importante y no solo quejarse por no ver, sobre el escenario 'lo de siempre'. 
En el estreno hubo algunos abucheos, pero en sesiones posteriores la ovación final, merecidamente, tuvo una duración de varios minutos. 
Es indiscutible la calidad vocal de todos los protagonistas que, sin lugar a dudas, encandiló al público. Pero, además de los cantantes, el escenógrafo merece un gran reconocimiento, puesto que logra remover conciencias, lo que sigue siendo necesario puesto que estos delitos de trata y explotación siguen, tristemente existiendo.
También denuncia la exclusión social y el bullying con una emotiva escena en la que el hijo de Butterfly y del militar americano es, claramente, rechazado, por otros niños dada su condición social. 
Hay que agradecer que el escenario no sea minimalista sino que, claramente, enseña al público ese barrio oriental y la casa de los recién casados o el lugar donde se intercambia sexo por dinero. 
Confieso que los escenarios tan mínimos que he visto en varias obras de teatro no suelen gustarme pues agradezco elementos que lo doten de belleza y que acompañen a lo que está sucediendo sobre las tablas. Si a esos detalles escénicos se suma su intención de justa denuncia el resultado es, como en este caso, maravilloso.