José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Villaseñor/Prior

15/10/2024

Dos mundos. Dos planetas del mismo universo figurativo. El azar de la programación los une y confronta en mi ciudad. A dos calles y un abismo pictórico. Villaseñor (Ciudad Real, 1924-Torrelodones, 1996), en su museo. Prior (Puertollano, 1933), en la Merced.

Los uní en mi cabeza mientras el jueves recorría, a solas, las salas mercedarias. ¿Por qué no enlazar aquí, sin pretensión alguna, este dúo que apenas si coincidieron en alguna lejana colectiva y desconozco su grado de relación personal? Sí está documentada la obra de ambos, jóvenes, en 1957, en la Exposición de Artistas Manchegos de hoy, organizada por la Diputación ciudarrealeña en la Museo Nacional de Arte Moderno, que reunió a 18 artistas muy dispares, con textos de Lafuente Ferrari y Joaquín de la Puente (muestra que, curiosamente, no aparece en las biografías de los dos catálogos al efecto). También fueron incluidos en la ambiciosa exposición que, en abril de 1984, la Fundación Cultural de CLM organizó en el Palacio de Velázquez del Retiro, La cultura en Castilla-La Mancha y sus raíces —las autonomías empezaban a andar y en plena Transición queríamos saber qué éramos; —uno sí recuerda la presencia al menos de Villaseñor, miembro activo de dicha Fundación, en una abarrotada inauguración primaveral.

Mi primer Villaseñor —y primera exposición a mis ojos niños— fue su individual de 1970 sobre las curvas paredes fisacianas de la Casa de Cultura; con el consabido impacto, sin anestesia, de aquella veintena de cuadros tan raros y oscuros que la escuela nos llevó a visitar una mañana. Y el primer Prior, mi etapa madrileña, fue el de la sala Macarrón, marzo de 1981, que titulé El gesto que piensa en Hoja del Lunes de Ciudad Real. Datos que ya dan pista sobre la presencia y difusión de ambos en nuestro medio.

Pero al margen circunstancias biográficas, sí brotan algunas iluminaciones por contraste. Por ejemplo, mientras Villaseñor firma, en 1969, Las rocas rojas del pantano, absolutamente abstracta y matérica, de poderosa y neta filiación informalista —su etapa que más me interesa—, cuadro que podría desmontar su calificación de neto pintor realista, Prior practica una figuración fauvista de corte social (Familia, 1968), aunque en los cincuenta hace un expresionismo esperpéntico poderoso, como Los caretones, y, mucho después, sus músicos y danzantes toman cuerpo en seres/máscaras alucinantes.

Del realismo trágico y agrisado de Villaseñor al expresionismo vitalista de Prior, que me lleva a Goya y al vanguardismo europeo del grupo Cobra, a Emil Nolde, a Laxeiro… Pero en cambio a menos distancia —pero otra materia pictórica— que entre los transterrados y desnudos encerrados de Éxodo y Pabellón 16, del primero, y los mineros y campesinos del puertollanense. Entre el naturalismo siempre sombrío y desolador, incluso en los bodegones, de pincelada justa sobre paredes y alacenas de MLV, a la expresión que confunde fondo y figura en un magma denso y libre de pintura de MP, brindo aquí al atento visitante un sugerente viaje de idas y vueltas.