Si no estás sentado en la mesa eres parte del menú» dice un antiguo aforismo político de Estados Unidos. Curiosamente, en China existe otro aforismo muy similar: «Si no eres el cuchillo y la tabla de cortar, serás el pescado y la carne en la tabla». No sabemos si en Rusia también tienen su propio refrán sobre el canibalismo político, pero es evidente que Rusia y Estados Unidos desean que, nuevamente, Europa sea el menú. Ninguno de los dos grandes Estados considera a la Unión Europea como un igual. Al pretender negociar bilateralmente sobre el cese de la guerra en Ucrania han ninguneado a toda Europa a quien tan solo conceden una mera representación.
En Derecho Internacional Público se usa una terminología vaga, etérea y ambigua para facilitar la trasposición de los Tratados y Convenios internacionales a los ordenamientos jurídicos nacionales. En este sentido cabe preguntarse qué entienden ambos interlocutores por 'representación', si una defensa material y efectiva de los intereses políticos de Ucrania o una muda presencia sin voto al más puro estilo jarrón chino de mueble bar.
Los dos 'testosteroides' más potentes del mundo, a saber, Donald Trump y Vladímir Putin, han mandado a sus ministros para negociar en una reunión bilateral en la que solo existe un único e intimidante punto del orden del día: negociar el futuro del orden mundial. «A ver, Serguéi, vete para Riad y negocia sobre Ucrania y el futuro orden mundial». Una vez sentados allá en Riad, sendos ministros han acordado algo tan poco ejecutivo y desesperanzador como «sentar las bases para la cooperación futura», que es lo mismo que decir que dentro de un tiempo, en algún año de la Era de Acuario, comenzaremos a tratar cómo empezar a hablar sobre las bases de un futuro diálogo.
El problema es que, aparte ironías, mientras sientan las bases de la negociación continúan muriendo personas. El problema es que, mientras hablan y deciden quién forma parte del menú para cortarlo en finas lonchas, la ciudadanía tiene hambre y frío. El problema es que el pueblo no tiene por qué sufrir la destrucción de sus casas y ciudades.
Por otra parte, esta situación o escenario geopolítico -que diría un pedante- no es nueva. Sabido es que Roosevelt, Churchill y Stalin iniciaron el reparto del mundo en la conferencia de Yalta. Cada uno de los mandatarios sabía en qué territorio quería ejercer su poder, compareciendo todos ellos con unas mangas en cuyos bajos no les cabían más ases. Tanto fue así que el Secretario de Estado de Roosevelt (cargo similar a un ministro de Exteriores) James F. Byrnes dijo que «no se trataba de lo que dejaríamos de hacer a los rusos, sino de lo que podríamos conseguir que los rusos hicieran» Las conferencias en las que el menú fue el mundo entero finalizaron en Potsdam. Después pusieron un muro en Berlín y pusieron a enfriar su propia guerra. La cuestión es saber en qué ciudad de Europa nos volverán a construir un muro.