Aurora Gómez Campos

Aurora Gómez Campos


Una solicitud de muerte

13/03/2025

La muerte hace ángeles de todos nosotros y nos da alas donde antes solo teníamos hombros… suaves como garras de cuervo» dijo Jim Morrison quien falleció con 27 años. Noelia, una joven parapléjica de 24 años quiere morir y así lo ha manifestado. Según informes médicos padece, dependencia funcional grave, dolor neuropático, sufrimiento crónico e imposibilitante, incontinencia fecal y vejiga que precisa sondas cada seis horas. Una vez concedida la eutanasia por el órgano competente de Cataluña, el padre de Noelia ha impugnado judicialmente la decisión ayudándose de la Asociación de Abogados Cristianos. Argumentan que carece de capacidad para tomar una decisión libre, que tiene ideas que le «nublan el juicio» y que «tiene muchísima vida por delante». Y es aquí donde quizá pudiera equivocarse el padre de Noelia: Noelia no tiene vida por delante, lamentablemente. Noelia ha perdido su futuro y, peor aún, ha perdido su pasado y, por lo tanto, no le queda presente.
Hay algo de muerte en la marcha de un hijo. Los colores tienen menos color. Algo gris cubre la vida. La risa no es entera y la alegría también es mediana. El padre de Noelia debe aprender que la ida de su hija es morirse un rato al día con ella y después de despedirse de ella diariamente, reconstruirse a diario. Con el tiempo, aprenderá a convivir con la despedida diaria de su hija y se reconciliará con el automatismo de los días que son tercos en eso de invitarte a la vida.  
Para intentar que cambie de idea han llenado la habitación de Noelia de cruces, estampas y símbolos religiosos quizá en la creencia de que estas imágenes le harán cambiar de opinión. Tal vez el padre de Noelia aún no entiende que la fe religiosa no se impone. Cuanto más contraríe la voluntad de su hija más dolor le causará, afirmación que, obviamente solo podemos realizar porque no somos el padre de Noelia. Imaginamos la colección de ideas de las que se escriben en las tazas de desayuno que estará oyendo Noelia, harta de juicios morales que cuestionan su persona entera o lo que queda de ella. 
El padre de Noelia tardará en entender que su hija ya se ha ido, que hace tiempo que se fue y que él no puede salvarla de sí misma porque él no puede suplir la voluntad de una persona adulta. Al fin y al cabo, nadie tiene la obligación de suplir a Dios y, si así fuera, habría algo de soberbia en esa sustitución. 
El mejor regalo que podría hacerle a su hija sería respetarla, acompañarla y hacerle saber que la quiere incondicionalmente y siempre. Posiblemente, dejarla ir con serenidad y mucho amor puede ser el mayor acto de cariño que ella reciba de su padre en toda su vida. Y eso será bueno.

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