José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Raya fotográfica

08/10/2024

Si la verdadera fotografía de reportaje es siempre querer ver más de lo aparente, el trabajo del ciudarrealeño Manuel Ruiz Toribio es una demostración de querer ver más allá de las sombras y contraluces que caracterizan su obra de estos años. El último libro, Raia. La no frontera, es todo un recorrido moral a lo largo de los 1234 km de la frontera real/imaginaria con Portugal.

Es un misterio cómo consigue arrancar luz de esas sombras. Arañar en las umbrías poéticas de la realidad y dejar el rastro de una respiración entre la melancolía y la saudade, como filtrada a su vez por Pessoa. Lento itinerario sin rumbo que va dibujando una línea sentimental e intermitente, borrosa entre meandros apenas fronterizos. Desde el puente de Chaves, atravesado por una sombra/persona que parece metáfora del libro mismo, hasta una foto final de abstracta belleza en Villarino de los Aires a modo de imagen micénica, no esperen un periplo turístico, narrativo ni cronológico. Él nos convoca a un trayecto ordenadamente caótico y anárquico, transfronterizo, provocador, huidizo, emborronado de grisalla y de una coloración irreal, híbrida.

Las fotos de MRT están habitadas de soledad y silencio. Su relato es el de otras vidas y otra época. Escenas, personas, objetos flotan sin nombre ni lugar: son de todos los lugares. Su latitud y lentitud me llevan al mismo estado febril de ciertas películas de Alain Tanner (En la ciudad blanca, aunque aquí es Lisboa). De Galicia a la desembocadura de nuestro incierto Guadiana, la Raia es un trazo húmedo y soñoliento, de otro tiempo, a veces irónico, donde cabe la broma visual (piedra fálica de Rabanales) o la alusión a un futuro desaparecido. Sus personajes reales parecen esculturas, mientras que, por el contrario, las piezas inanimadas tienen vida. De mirar tan hondo ocurre que la escena se descontextualiza y nos inquieta, son mundos que desaparecen o señales de carreteras oxidadas, a modo de arqueología de frontera, que el fotógrafo documenta y fija para siempre en nuestro imaginario colectivo.

¿Fotos que anoto? Una increíble cara de piedra y musgo (Rubiás). La solitaria calle de Chaves iluminada como un escenario teatral. Un extraño juego de luz y vuelo, en Xinzo de Limia. Dos huecos de puertas juntas, como nuestros países. Dos grandes telas blancas colgadas a la luz de la noche, en Hermisende. O un escaparate de Verín con el Cigarrón, personaje del célebre Carnaval orensano.

Confirma una vez más MRT un estilo y lenguaje inconfundibles, heredero del mejor reporterismo de autor y con plena libertad. Sin otras mediaciones que su introspección en los temas y preocupaciones que más le interesan. Como pieza editorial, la maqueta de Jaime Narváez aporta a su vez un concepto muy libre de blancos y secuencias, acompañando así la misma singladura.

Al fin, esa Raia/Raya convertida en personaje propio. Un costurón de la historia. Una especie de zigzag con que nos ha regateado el tiempo que nunca muere.