José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Educar, descubrir

02/04/2024

Educar, aprender, tropezar, progresar, descubrir, explorar… Asimilar el mundo y conocerse en el aprendizaje. Medirte, por qué no, contigo mismo y con tu entorno. Escapar de abismos sociales y dignificarte como ser humano. Enfrentarte al reto de la voluntad por encima de todo y esponjarte de conocimientos, de datos que te van diciendo cómo interpretar y ponerlos en acción. Compartir respetos mutuos y asumir debilidades. Ayudar a exprimir, sí, tus capacidades. Ahondar en el esfuerzo hasta la última gota y mirar —que te dejen mirar— lejos a todos los horizontes, sin anteojeras ideológicas, sin paternalismos. Que ni te consideren idiota, ni te idioticen. Que no te roben lentamente tu lengua, y tampoco te confundan los libros y el olor de los lápices con el brillo de las pantallas adictivas. Y que no te rediman de nada. Educar no es redimir, no necesita esa connotación.
Porque te sientes involucrado en esas reflexiones al compartir la película Radical, del mexicano Christopher Zalla, actualmente en pantalla. Porque la educación no son batallas de leyes sucesivas (LOMLOE, la última) y decretos oficiales, lejos de acuerdos de país, como está pasando en España, normativas, burocratización y desmotivación profesoral, aprobados generales pandémicos e infantilización rampante del alumnado y selectividades a la carta por autonomías, entre otras cosas (tal que pasar la ESO y aprobar Bachillerato con suspensos). Cuenta esa película una historia real de 2011 en una escuela primaria de Matamoros, ciudad fronteriza con Texas. La de un idealista y heterodoxo profesor de sexto curso, en un entorno socialmente duro y con el crimen organizado de los cárteles en las calles, la corrupción en la administración, y las expectativas de sus alumnos, sobre todo de Paloma, que oculta su enorme capacidad junto a los montones de basura en que vive, con su padre, chatarrero.
Pocas veces se ejemplariza así el concepto de meritocracia, el valor de la educación como emancipación social, el hallazgo de la mirada poética y liberadora acerca de unos niños que saben pensar y razonar por cuenta propia. Profesor y director, cómplice este de su pequeña revolución, resignados a no tener 'sala de computación', deben su vocación cada uno a un profesor que les marcó, como todos hemos tenido a aquel maestro que dejó huella en nuestra memoria. Cuando hoy, en pleno auge de lo lúdico y del pensamiento bobo que considera el suspenso un acto elitista, tiempos de mediocridad, «el descrédito de la memoria —escribía el profesor José Antonio Marina— es fruto de una culpable ignorancia».
Héroes y rebeldes empeñados en estudiar y estudiar, leer y leer, escribir y escribir, investigar y buscar y aprender, y hacerlo en el disfrute de la libertad y el antidogmatismo. Algo tan radical.