Aunque en las listas elaboradas por las empresas inmobiliarias Ciudad Real figura como una de las provincias más asequibles para la vivienda, no sucede lo mismo en la capital, donde el precio del alquiler se dispara y la falta de acceso a la vivienda en propiedad, fundamental para jóvenes, se hace difícil de digerir económicamente por las dificultades para facilitar la entrada y después encontrar la hipoteca. Evidentemente, Ciudad Real tiene, también, un problema para el acceso a la vivienda por parte de determinados colectivos y familias.
Viviendas públicas, vivienda de protección social, vivienda social, vivienda de protección pública, vivienda de precio tasado, vivienda de promoción pública, vivienda social digna, vivienda protegida, y, ya para colmo, el no va más, vivienda con algún tipo de protección pública. Todos ellos son términos empleados en los últimos años para decir que la vivienda tiene una ayuda pública, pero sin concretar qué ayuda tiene el comprador. Hay viviendas, anunciadas en la capital, con alguno de estos términos que superan los precios medios de mercado y, sin embargo, la procedencia del suelo donde se construyen viene de subastas de suelo de organismos públicos.
La construcción de vivienda de promoción pública en la ciudad en los últimos 45 años se ha repartido entre la Junta de Comunidades y el propio Ayuntamiento. En mayor medida la Junta que el Ayuntamiento, pero Ciudad Real capital lleva más de 15 años sin construir una sola vivienda de promoción pública, término perfectamente entendido cuando es la propia administración la titular del suelo y quien realiza la construcción, para adjudicar después la vivienda según unos criterios de necesidad y eso acaba teniendo consecuencias económicas y sociales en la población.
La construcción de viviendas por parte de ambas administraciones ha sido con experiencias y fórmulas de construcción muy distintas. En unos casos el Ayuntamiento aportaba el suelo y construía la Junta de Comunidades y en otro el Ayuntamiento aportaba suelo y construía una empresa municipal destinada a tales fines. En ambas administraciones existía la misma voluntad de sacar vivienda al mercado, aunque con resultados muy distintos tanto para el alquiler como para la compraventa. Las dos etapas de construcción de viviendas públicas construidas en la ciudad son visibles perfectamente. Comenzó siendo alcalde Lorenzo Selas, primero desde el Ayuntamiento y después desde la Junta de Comunidades, y las últimas construidas por el Ayuntamiento son de la etapa de Rosa Romero con la empresa municipal Emusvi. También, por qué no decirlo, resulta visible el resultado del barrio de viviendas surgidas de una promoción pública y el de una promoción sujeta a alguna protección y ayuda pública.
Lo cierto y verdad es que, con una u otra fórmula, Ciudad Real tiene una experiencia positiva en la construcción de viviendas y en cada momento ha servido para atender primero las necesidades sociales y después para facilitar el acceso a la vivienda a muchos jóvenes, pero, ha transcurrido demasiado tiempo sin ninguna promoción pública y los mercados no entienden. Con las viejas o con nuevas fórmulas de construcción, la ciudad necesita de nuevas viviendas públicas que permitan corregir las necesidades de acceso que el mercado por sí mismo no es capaz de solucionar.
Es obligado, y diría que urgente, definir lo que el Ayuntamiento quiere para la ciudad en materia de vivienda. Es necesario pensar en medidas concretas porque ya lleva un año esta nueva corporación municipal y cuesta trabajo encontrar las líneas maestras de su programa de vivienda. Es cierto que, todavía, en materia de suelo está cautivo de una herencia adquirida, como es el caso del solar de la barriada del padre Ayala y de las parcelas del Invied, pero hay que reaccionar. El tiempo pasa muy deprisa y las necesidades acucian. Objetivos de viviendas, disponibilidad de suelo, fórmula de construcción y formas de adjudicación son los criterios mínimos para conocer la estrategia.
Pocos recordarán ya la barriada de Vistalegre, al final de las calles de Pedrea Alta y ronda del Carmen. Fue el barrio más efímero que ha tenido la capital y uno de los más singulares. Se construyó en 1958 y se demolió en 1995. Las promesas de una nueva barriada en su lugar, que resurgiría como el ave fénix, quedaron en eso, en promesas. Se llegó a celebrar un concurso de proyectos en el año 2003 para encontrar la mejor solución y el mejor tipo de viviendas. Resultó ganador un proyecto bajo el lema 'Res Publica', pero no se pasó de ahí. El suelo sigue estando disponible y se usa como aparcamiento disuasorio de la ciudad.
En el lado opuesto, el suelo del Invied, procedente de las antiguas viviendas militares y donde ha mediado la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha con el Ministerio de Defensa después de diversos convenios, el más antiguo datado en 2008, y cuya solución definitiva ha servido para especular con el suelo.