José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Luis Mateo, cervantino

14/11/2023

Acertó el jurado del Premio Cervantes 2023 concediéndoselo al novelista y académico Luis Mateo Díez. A un cervantino confeso: «En la herencia quijotesca», su gran referente simbólico, decía tras la noticia de la concesión, «el Quijote es el héroe del fracaso que vive para la compasión y en el sentido de la derrota». En la radio le contaba a Alsina que el Quijote fue su héroe de niño, los maestros lo leían en su escuela de Villablino, como en la mía don Máximo nos leía pasajes arriba y abajo de la clase declamando con una teatralidad muy particular.
Cervantino, quijotil Luis Mateo, quien ha ideado, con Celama, otra geografía mítica y simbólica, tan imaginaria como La Mancha, el Macondo de García Márquez o el Comala de Juan Rulfo. Territorio donde florecen relatos profundos, de una oralidad fruto de sus vivencias y de unas portentosas dotes imaginativas que, desde niño, le llevaban a escribir cuentos y venderlos a los demás con la ayuda de uno de sus hermanos. Una geografía de la memoria y del lenguaje, donde la misma toponimia se mezcla con los nombres de sus infinitos personajes, atrabiliarios, esperpénticos a veces, que parecen brotar de las sombras de los valles y el olvido, del hondón de las provincias. Es la estirpe del más grande fabulador de nuestra literatura contemporánea, creador de un universo de tantísimos personajes extraviados, raros y atípicos como pueblan sus numerosos libros.
Luis Mateo, 81 años, tiene además la virtud de su bonhomía, de su cercanía y sencillez, de la amistad por encima de todo. Estará entre los cinco escritores españoles que tienen el Nacional de Literatura (dos) y el de la Crítica (dos), y el de las Letras, pero parece el mismo que conocí en el 85 con motivo del I Ciclo de Novela Española que organizamos aquí, cuando aún no había obtenido esos merecidos reconocimientos. En ese largo trayecto poblado de un sinfín de personajes y de tantas historias que sabe titular muy bien («Siempre primero el título y a continuación escribo la novela»): La fuente de la Edad, Brasas de agosto, El espíritu del páramo, El paraíso de los mortales, La ruina del cielo, El expediente del náufrago, Mis delitos como animal de compañía…; el último, este mismo año, El limbo de los cines («casi me gustan más los cines que el mismo cine», ha confesado), donde deja testimonio de una contumaz cinefilia que podría haberle llevado a estudiar cinematografía en vez de Derecho.
Dueño de un peculiar sentido de la ironía y de gran vitalidad creativa, seguirá sumergido en su mundo de imaginación, porque «hay demasiada realidad, estamos asediados de actualidad», declaraba en esa entrevista radiofónica, pero decía ser también «buen seguidor de los periódicos y de escuchar opiniones ajenas», al punto incluso de prologar la modesta y reciente recopilación de artículos de este firmante. Gracias, querido Mateo.