Ricardo Chamorro, como diputado electo, se juega mucho al frente de Vox en una provincia eminentemente rural, con excesiva dependencia de una PAC que viene de Europa, donde Vox precisamente no es el mejor representante de los intereses de la UE, y con un acuerdo de aranceles de ida y vuelta impuesto por su socio ideológico que pone en jaque al medio rural y siembra la incertidumbre económica en todo el mundo. Y ahora, desde hace unos días, aparece en Ciudad Real Abogados Cristianos haciendo ruido mediático, defendiendo un modelo de familia alejado de las comunidades cristianas.
En las elecciones de 2023, Vox perdió 4,5 puntos y, ahora, el PP está a solo dos puntos de poder arrebatar el quinto escaño provincial. Cuidado con los ensayos prueba-error, que el margen se estrecha demasiado.
Por otro lado, desde la ruptura de la coalición de gobierno en el Ayuntamiento de la capital, Ricardo Chamorro se ha convertido en el líder de la oposición a Paco Cañizares, incluso de hechos y situaciones producidos durante su estancia como primer teniente de alcalde. El PSOE debe de estar realmente perplejo, a la vez que preocupado, viendo cómo se pelean los socios de gobierno hasta hace dos meses y, por otro lado, cómo le arrebatan titulares propios de una oposición al gobierno. De ahí su aviso de que todo esto son fuegos artificiales en los medios.
No sé si será entendible esta nueva estrategia por los ciudadanos y votantes de ambos partidos, PP y Vox, que aplaudían la coalición formada en 2023 para desalojar al PSOE y Cs del gobierno local, pero esta es la realidad de lo que sucede en la capital.
La apuesta de Vox en Ciudad Real, de romper el pacto en el Ayuntamiento de la capital por la edición de unas mándalas para colorear en los colegios, no parece que haya sido la mejor decisión política, ni en la forma, ni en el momento, ni por los hechos. Y ahora viene una organización ligada al partido de la ultraderecha, Abogados Cristianos, a insistir en lo mismo, y además lo hace mediante una pirueta jurídico-política en defensa de la familia tradicional cristiana, interponiendo un contencioso-administrativo ante los tribunales de justicia.
Todo ello como si no tuviese suficiente Vox, en estos momentos, con intentar salir airoso de los ataques trumpistas con sus aranceles a todo el mundo, después de defender públicamente su política. Veremos lo que sucede en próximas semanas en las encuestas nacionales y cómo Vox sale en la demoscopia, pero, al margen de lo que suceda a nivel nacional, esta provincia es una de esas donde el quinto escaño que ocupa Chamorro tiene un valor importantísimo.
No fue una buena idea la de la ruptura del pacto de gobierno para Vox en términos pragmáticos, porque le ha supuesto la pérdida del poder municipal y mediático más importante que tenía en la provincia, y ello le ha obligado a tomar nuevas posiciones en el diario público provincial. Todo apunta a que este nuevo envite, judicializando el reparto de los mándalas, no contribuye tampoco, en términos ideológicos, a mejorar ni el ideario ni la imagen de Vox, políticamente.
Los potenciales votantes en la provincia, que han encontrado en el discurso de Vox un valor político de defensa de los intereses más cercanos y tangibles, como la caza, pesca, toros, unidad nacional, autoridad e inmigración, no parece que entiendan los movimientos de una lucha jurídica contra algo tan elemental y básico en nuestra actual sociedad como pueden ser unos dibujos representando los distintos tipos de familia. De ahí el inicio de una nueva estrategia municipal de oposición directa al gobierno de Cañizares en empleo, urbanismo, economía, etc.
Ciudad Real no es una comunidad multicultural, donde coexistan los múltiples modelos de familia que se dan en las grandes urbes, y predominan en ella los valores religiosos y culturales más tradicionales. Pueden darse conflictos sociales, pero de ahí a considerar a la sociedad ciudadrealeña como si viviese aún en el siglo pasado, bajo postulados y adoctrinamientos propios de la Sección Femenina, es un ejercicio que pasará factura política a quienes representan a la formación de Vox en la provincia.
A nadie se le escapa que Abogados Cristianos es una organización ultraconservadora, ligada a Vox, y que lo menos importante en ella son las causas que abraza el cristianismo. La mayor preocupación de Abogados Cristianos en cada asunto judicializado es conseguir la notoriedad suficiente para ponerla al servicio de un ultraliberalismo económico —da lo mismo que sea en España, en Europa o América— que considera caducos los sistemas democráticos liberales que han contribuido al actual modelo de libertad y bienestar, transmitiendo la idea de que las ayudas y la permisividad lastran la economía y atraen inmigrantes, con riesgo incluso para la libertad. Lejos, precisamente, de los postulados de la actual Iglesia como organización.
Para mantener el quinto diputado, Vox, y seguir saliendo Ricardo Chamorro, tiene que mantener un mínimo del 14 % de los votos emitidos, porque, de lo contrario, el tercer diputado caerá en manos del Partido Popular. La última vez que el PSOE obtuvo el tercer diputado a Cortes en la provincia fue en las elecciones de 2004, y nada apunta a que, en un cambio de ciclo como el que estamos viviendo, el PSOE pueda volver a optar a tres diputados. Todo lo que suponga que Vox esté por debajo de los 40.000 votos en la provincia es un riesgo para Chamorro. Las andanadas que veremos de Vox al PP en los próximos meses estarán todas dirigidas a la lucha por el tercer diputado provincial.
No obstante, no parece que case mucho la política del Ayuntamiento, la seguida por Cañizares separándose de Vox, con la de la casa de la calle Toledo 18, donde está al frente de la Diputación el presidente del PP en la provincia, al dejar en manos de su compañero político la mejor herramienta de comunicación de que dispone. Se acabaron las buenas intenciones de Vox para trabajar por la ciudad, participando en los gobiernos en apoyo a proyectos e iniciativas para el desarrollo provincial o local. Se ha producido una vuelta a las trincheras, donde priman las políticas de género e inmigración —porque gobernar desgasta—, para reactivar la guerra cultural que tan buenos resultados les ha proporcionado hasta la fecha sin salir de ellas.