El acceso a la vivienda es una de las mayores causas de la desigualdad debido al incremento de los precios y a la pérdida de poder adquisitivo de los salarios. La desigualdad que sufren los jóvenes es alarmante y creciente. Según datos del Consejo de la Juventud de España, solo el 15,9 de los jóvenes había logrado emanciparse en 2022 frente al 31,9% de la Unión Europea.
Una noticia y un dato, en un momento concreto, comparativamente con otro anterior puede resultar positivo, y, siendo el dato cierto, puede ocultar la realidad que hay detrás. Eso nos puede suceder al hablar de los jóvenes de Ciudad Real, cuando la semana pasada se podía leer sobre la reducción de los ninis, jóvenes que ni trabajan ni estudian, que han pasado del 20,3 % al 10,3% en un periodo de 10 años. No obstante, este buen dato de jóvenes incorporados al trabajo y/o al estudio oculta otro de mayor calado y dimensión: uno de cada tres jóvenes de entre 16 y 29 años está en riesgo de pobreza. Sobrecoge cuando nos detenemos en su dimensión.
En Ciudad Real el tiempo transcurre y las generaciones de ciudadrealeños se suceden sin detectar grandes cambios aparentes, aunque nadie duda que los jóvenes actuales no tendrán las mismas posibilidades sus padres. La vida en la ciudad es apacible, se vive cómodamente y se dispone diariamente de una agradable vida social y cultural para quienes quieren participar en ella. La Universidad otorga a la capital y provincia ese plus de ciudad moderna, culta y preparada, que ha permitido, además, a las últimas generaciones, desde 1985 hasta la actualidad, la posibilidad de una movilidad social en el marco de la educación, base fundamental para acceder a un puesto de trabajo cualificado, contribuyendo su cercanía e inmediatez de manera directa en las economías familiares al evitar los desplazamientos, y, cómo no, ha mejorado la igualdad de oportunidades, hecho éste que contribuye a la movilidad social ascendente. En una ciudad como Ciudad Real, de tamaño medio y un alto nivel de funcionarios y trabajadores de empresas públicas, se puede tener la sensación de que todo resulta cómodo y placentero, y, sin embargo, la realidad ser muy distinta.
A pesar de la apariencia, en la ciudad se presentan ciertas desigualdades sociales entre los jóvenes que vienen de la mano de dos aspectos fundamentales y básicos en cualquier economía indicados al inicio: el acceso a la vivienda y los bajos salarios. Ciudad Real tiene 12.600 jóvenes entre 15 y 30 años que representan un 16,5% de la población y donde uno de cada tres está en una verdadera situación de alarma, riesgo de pobreza pese a disponer de un empleo, según se desprende de los datos y estudios que conocemos y tendrán dificultades para emanciparse, acceder a una vivienda en alquiler, y, aún mucho más, en propiedad. Por ello, extrañaba la tibia respuesta del Ayuntamiento ante el problema de vivienda joven al sacar 12 viviendas desocupadas a concurso y de esta forma poder detectar las necesidades en la ciudad para tomar decisiones.
Querer testar el problema de vivienda en la ciudad, especialmente joven, mediante la fórmula de la solicitud para acceder a una de estas 12 viviendas es estar fuera de la realidad social, retrasando una actuación a nivel local que resulta urgente. Ojo, que no se puede culpar a este Ayuntamiento de nada porque en un año hace más que la anterior corporación en ocho y porque la Junta de Comunidades, que también tiene competencias, lleva ausente de la ciudad en esta materia más de 15 años. Posiblemente, el Ayuntamiento no pueda hacer demasiado en los bajos salarios, excepto intentar captar empresas con alto valor añadido, pero en materia de vivienda es competente y tiene posibilidades de actuar para corregir esta desigualdad.
Todos los jóvenes de entre 15 y 29 años que se incorporan al mundo laboral y económico han pasado tres grandes crisis que no tuvieron la generación anterior. Crisis económica de 2008, crisis sanitaria del Covid y ahora en los dos últimos años la inflación en todo el mundo occidental. Esto ha supuesto una precarización del empleo con bajos salarios y han encarecido la vivienda a niveles difíciles de soportar si no cuentan con la ayuda de la familia. En muchos casos, una familia paternalista que, consciente de la diferencia de oportunidades con relación a ellos, los acoge esperando que todo esto cambie conforme vayan creciendo
La propia Unión Europea ha recomendado esta semana establecer medidas urgentes para el acceso a la vivienda en España para poder combatir la pobreza y la desigualdad. El porcentaje del salario medio de un joven comprendido en este grupo para acceder al alquiler, incluidas las necesidades energéticas mínimas, está sobre un 87,5% en España. En Ciudad Real, con precios más bajos en la vivienda, el porcentaje es inferior pero no el problema porque la renta personal también es inferior. Solo aquellos jóvenes que reciben ayudas económicas de la familia, aun trabajando, pueden acceder a la vivienda.
La dificultad en el ahorro y el endurecimiento del crédito son las otras razones que impiden el acceso a la vivienda y que también desde un programa de acceso a vivienda joven en la ciudad de carácter público puede intervenir el Ayuntamiento.
Leyendo esta semana a Andrea González Henry, en uno de los capítulos del libro sobre La desigualdad en España, de reciente edición, llega a la conclusión de que dada la situación de la actual generación de jóvenes entre 16 y 29 años se hace urgente y necesario establecer una perspectiva joven en todas las políticas de la administración dirigidas a este grupo de población vulnerable especialmente en: vivienda, empleo, educación y salud mental.