No hablaré del Museo de la Caza para criticar su creación y aún menos para decir que el anterior sitio elegido en el centro de la ciudad, entre la calle Alarcos, Postas y Obispo Estenaga, era la mejor ubicación hasta que esta semana se ha desvelado una nueva, aún en estudio, en el actual cuartel de bomberos de la capital frente a la Universidad. En absoluto. El cambio de ubicación quedó entendido. La razón esgrimida para su desestimación son los costes de la remodelación del edificio de calle Postas y que, al parecer, es uno de esos regalos envenenados que también recibió la Diputación cuando decidió aceptar la propiedad de la Junta hace ahora un año con una simbólica entrega de llaves por parte de Page a la ciudad. Donde las dan las toman. Como suele decirse, para entendernos: valía más el collar que el perro. Expresión usada cuando nos referimos al coste excesivo de reparar o restaurar lo que nos regalan frente al beneficio que esperamos obtener.
Lo que posiblemente ya no pueda entenderse de la misma forma es la decisión de su nueva ubicación en las actuales dependencias del parque de bomberos de la capital, cuando estos se trasladen a la carretera de Piedrabuena, donde está proyectado construirse uno nuevo. Que había que trasladar el Museo de la calle Postas parece obvio, no lo dudo, pero la pregunta es: ¿no existe otro lugar más idóneo dentro de la ciudad?
El lugar elegido, así, a voz de pronto, debía de estar llamado a ser uno de los primeros proyectos a acometer por esta nueva corporación para reordenar la zona y conectar las dos partes en que se encuentra dividido el campus universitario. El cuartel de bomberos y las viviendas, en ruina y abandonadas, de la calle Extramuros de Calatrava, son una barrera para la conexión de las dos partes del campus desde hace más de 30 años.
La situación urbanística de las calles Extramuros de Calatrava y Pozo de Santa Catalina ha impedido que ambas partes del campus, la que queda dentro de los antiguos terrenos del RAIL Nº 3, donde se encuentran, entre otras dependencias, el rectorado y facultad de Derecho y Ciencias Sociales, estén conectadas con el resto de la universidad. Las viejas cocheras del actual parque de bomberos y anteriormente del parque de vías y obras de la Diputación, situadas entre la ronda y Extramuros de Calatrava, son igualmente un verdadero obstáculo entre ambas partes de la universidad que, como mínimo, requieren de una pensada antes de ubicar el museo ocupando todas las dependencias.
Es muy posible que el antiguo rector de la Universidad, promotor del museo en la legislatura anterior con la Diputación, cazador excelente y que tiene su despacho en las inmediaciones, haya intervenido en la idea de reconvertir el actual parque de bomberos para su idea museística, le viene al pelo, pero la ordenación de la ciudad requiere de una mayor precisión y explicación del Ayuntamiento que el simple traslado del Museo desde la calle Postas a la ronda de Toledo.
No criticaré a la Diputación en su afán de encontrar un sitio en la capital para el Museo de la Caza antes de situarlo en otra población de la provincia. No. La capital es el lugar adecuado. Pero sí es el momento de que el Ayuntamiento, previamente, estudie bien la manzana donde pretende ubicarse el museo definiendo primero las necesidades y después planificando todas las actuaciones necesarias: conexión de ambas partes del campus, demoliciones en la parte de la calle de Extramuros de Calatrava y Pozo de Santa Catalina, necesidad de las viejas cocheras del parque de bomberos, rotonda de las calles Calatrava y López Bustos, comisaría de la Policía Nacional, los aparcamientos, el Museo de la Caza y, especialmente, los accesos a la universidad.
En la misma manzana, colindante con el actual parque de bomberos y previsible futuro museo, está también la comisaría de la Policía Nacional. Unas instalaciones construidas hace 40 años para una población de 50.000 habitantes que están desfasadas, obsoletas, y resultan insuficientes para sus fines. Solo es necesario ver las colas en la ronda de Toledo de ciudadanos que quieren hacer gestiones frente al edificio de la Policía porque no caben en el mismo. La entrada a la propia comisaría, angosta, sin posibilidad siquiera de una zona de seguridad no facilita la labor a los policías. En definitiva, se necesita de una nueva comisaría o que la actual pueda crecer. El catálogo de edificios vacíos en Ciudad Real es amplio y aumentará con la nueva ciudad administrativa. Posiblemente, esté terminada antes la ciudad administrativa que trasladado el parque de bomberos.