Al principio es como un hálito sin apenas esperanza de vida. Nada hace sospechar que crecerá ni siquiera lo suficiente para calentar unas manos frías. No es creíble por insignificante y menudo. ¿Quién va a creer en algo tan pequeño? Eso se apaga enseguida, echándole una manta encima.
Poco a poco, y, si no hay nadie, la pequeña combustión empieza a susurrar con una pequeña llama que ha traspasado el humo. Solo es una llama insignificante que debería servir de advertencia a alguien medianamente prudente. ¿Cuánto material delicado podría arder si el fuego se expande? Pero hay extintores en todos los rellanos y son fácilmente manejables. No hay que preocuparse.
El fuego crece y se expande porque encuentra oxígeno y además encuentra material fácilmente inflamable. En ese momento, la pequeña llama amarilla empieza a vociferar enarbolando enormes argumentos rojos y morados que hielan la sangre y queman el último centímetro del cielo.
«Hay que crear un cortafuegos», sentencia el más avezado del gabinete. Ese humo se veía desde la meseta castellana y se desprendía desde la bella ciudad de Benidorm en forma de pisos cerquita de la playa. Humo, mucho humo. La normalización de conductas irregulares facilita que un asesor confíe en su impunidad. Solo es humo. Ni siquiera habrá incendio. Los teléfonos pinchados proporcionan oxígeno al irremediable incendio del enredo. Unos contratos con el mundo chino y unos precios desproporcionados echan más leña al fuego. Y el fuego, ya en la mesa del juez competente, es incontrolable. No hay extintor que apague la imagen de un señor - ya corpulento de suyo – siempre a la vera del exministro. Entonces el jefe del edificio y toda la comunidad de propietarios exige al ministro de todo que ejerza de cortafuegos y se inmole. Y el ministro de la cosa dice que ni hablar de cortafuegos, que se queda y además comparece con un bidón de gasolina.
El ministro, en un perfecto alegato en defensa de su dignidad, engarza un discurso perfecto y respetuoso plagado de mensajes. Donde dice que la labor de los funcionarios fue encomiable quiere decir que, si él resulta encausado, los funcionarios se van cogiditos del brazo con él a la hoguera. Donde dice que el Tribunal de Cuentas fiscalizó dos veces los contratos magistralmente, quiere decir, que, si él resulta encausado, el Tribunal se va también con él por no fiscalizar correctamente. Donde dice que él fue un gran puntal en la moción de censura, quiere decir a su Presidente, que se acuerde de cuando eran amigos. Y donde dice que se va al grupo mixto, quiere decir que ahora es libre y que hay pocos diputados en el Congreso. «Tengo algunos años y sé lo que es un político apestado». Así que él no huye de la quema. El edificio arde sin control.