Justo hoy, día 17 de junio, se cumple el primer aniversario de la proclamación de Paco Cañizares como alcalde de la capital y de la formación del nuevo gobierno de coalición en el Ayuntamiento de la ciudad entre los once concejales del PP y los cuatrode Vox. No se puede decir que el primer año de gestión haya generado cambios significativos en la ciudad, los grandes proyectos siguen igual y aun tardarán en desbloquearse.
El auditórium, el viejo edificio del ambulatorio, la conexión de la Universidad por la calle Extramuros, los accesos al campus por la calle de Calatrava, la segunda ronda de circunvalación, el emisario, la construcción de viviendas, la ordenación de la carretera de Carrión, el polígono Oretania, las variantes de las carreteras nacionales, la ampliación del Parque de Gasset y el actual aparcamiento disuasorio, incluida la recuperación del edificio de la antigua estación ferroviaria de 1880, la edificación de los solares de la plaza Mayor y calle Postas, los viejos silos del trigo, la reconversión del polígono de Larache, y un largo etcétera de asuntos heredados de corporaciones anteriores siguen estando ahí pendientes de resolución. Un año no es suficiente tiempo para resolver nada dentro de una administración lenta, porque la ley así lo exige en base a la trasparencia y buen gobierno, pero también porque esta aun desperezándose del letargo de una anterior etapa marcada por la contención del gasto para pagar a los bancos.
No obstante, para otros asuntos y proyectos de menos calado, casi siempre de gestión directa y organización, el año de tiempo transcurrido, una cuarta parte de la legislatura, sí es importante porque su falta de resolución frustra enormemente las expectativas de los ciudadanos. Para muchos vecinos de la ciudad la gestión no es resolver solo los grandes asuntos enumerados anteriormente, es resolver la limpieza de su barrio que ve como sigue sin tener recursos asignados de manera estable fuera de las campañas de choque para tenerlo limpio; la parada del autobús que no llega porque no se modifican o amplían las líneas; los árboles mal cuidados y los alcorques como bosques; el bache permanente consecuencia de una mala reparación del asfaltado que realizó el servicio de aguas y que nadie resuelve; las vallas de protección del acerado que están rotas y oxidadas durante años; la limpieza de los solares, incluidos los del propio Ayuntamiento; el pintado de la señalización horizontal y los pasos de peatones; los acerados y arquetas rotas por tiempo inmemorial; el asfaltado que se deshace día a día por falta de... etc., etc., en definitiva, el mantenimiento y cuidado diario de la calle o barrio donde se vive.
El tiempo pasa rápido para los ciudadanos y la organización de la administración resulta lenta y llena siempre de procedimientos y burocracia que demoran los asuntos de la ciudad que afectan directamente al mantenimiento. Hay asuntos mayores que llevan años pendientes de gestiones y que no se pueden desbloquear de inmediato para su ejecución, pero, otros como ampliar una línea de autobuses para dar servicio a jóvenes y mayores de un nuevo barrio es un asunto menor previsto en el contrato de prestación de servicio de la empresa concesionaria y que no puede demorarse por tanto tiempo, salvo, haber incurrido en el olvido de las promesas electorales.
La organización municipal y de los servicios de mantenimiento del Ayuntamiento debía de comenzar a notarse en los resultados de la ciudad y sus barrios después de un año de gestión, puesto que es tiempo más que suficiente para realizar los cambios en los modelos o asignar recursos. Una línea directa de comunicación y contacto abierta, entre los responsables políticos y los representantes de las asociaciones en los barrios, no es suficiente si no va acompañada de la solución de los problemas. No hay que hacerse trampas, el modelo de prestación de los servicios municipales de mantenimiento aún no está resuelto desde el punto de vista organizativo y económico.
El modelo de ciudad y su crecimiento en urbanizaciones en las últimas décadas, fuera de rondas, obliga a un modelo de mantenimiento distinto. Las nuevas zonas urbanas creadas consecuencia de los modelos de urbanismo, una vez recepcionadas por el Ayuntamiento, le obliga a mantenerlas en un mínimo en estado de conservación. El nuevo IBI soportado por muchas de estas viviendas es más caro que el existente en las zonas céntricas de la ciudad.
El primer presupuesto económico y el actual modelo de organización de los servicios técnicos municipales, aun sin completar en algunas concejalías, no ha dado en la tecla del mantenimiento, algo que resulta básico. Aquí, en el mantenimiento de la ciudad, es donde están la mayoría de las sugerencias y propuestas recogidas en la campaña electoral por los barrios y nuevas urbanizaciones que dieron al actual gobierno municipal los quince concejales y donde también están las demandas al actual gobierno. Todo lo demás en los plenos de cada mes es mucho ruido y pocas nueces.