«El Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Doctor Don Pablo de Rojas Sánchez-Franco, disfruta desde su nacimiento de la maternal figura de la Reina de todo lo creado, la Bienaventurada Virgen María, que ha velado por este fiel hijo suyo». También es duque y cuatro veces Grande de España. Pero se equivoca en un dato: los duques no poseen el tratamiento de Ilustrísimos señores sino de Excelentísimos señores. Si bien es verdad que a los obispos se les viene denominando reverendísimamente Ilustrísimos, y no solo Ilustres, pues ser tan solo Ilustre sería poco tratamiento. A mayor abundamiento, don excelentísimo Pablo de Rojas debería haber distinguido en su sencillo nombre si se trata de un Duque Imperial o de un Duque común, normal y corriente. Porque si es un Duque Imperial, ya es otra cosa.
El principal privilegio que posee el tratamiento de Duque Imperial consiste en que, si por casualidad se cruza con el Rey, puede dejarse el sombrero puesto, cuestión harto relevante sobre todo ante un veraniego día soleado. Asimismo, y, siempre según la normativa protocolaria de la nobleza, si por casualidad el Reverendísimo Pablo de Rojas se cruza con la Reina, puede permanecer sentado mientras el resto de la concurrencia ha de levantarse, sin poderse sentarse hasta que la reina tome asiento.
El dato más hiperbólico, magnífico, mayúsculo, magno e inmenso, (Don Ilustrísimo Pablo se merece calificativos a granel), es que el susodicho Ilustre es cuatro veces Grande de España, lo que implica que el Rey le ha dicho en cuatro ocasiones «Pablo, eres grande». Forma especial en que la realeza le dice a uno «¡monstruo, que eres un monstruo!». Ser Grande de España significa situarse justamente por debajo de los Reyes. Y cuando uno es así de grande, es el propio Rey quien debe conferir tal honor.
Las Clarisas son la orden femenina correspondientes a la orden de San Francisco de Asís, quien destacó por su extremada pobreza, austeridad y humildad. Dato que contrasta fuertemente con las pretensiones de monjas clarisas del incómodo monasterio de Belorado. Concretamente son «dieciséis monjas dieciséis», con permiso y licencia del argot taurino el cual viene al caso, pues son dieciséis monjas las que se torearán en el especial ruedo del Excelentísimo y Reverendísimo fundador de la Pia uno Santi Pauli Apostoli. Habría acabado antes fundando meramente la Pía Unión del Apóstol San Pablo, pero así suena más castellano, o sea, más vulgarizado. En esta orden todavía no se trata a los sacerdotes de vuecencia, (apócope de Vuestra Excelencia), pero todo se andará. La orden tiene su origen en Valencia y, en un principio, Pablo de Rojas se dedicaba sencilla y humildemente a «ayudar a gente necesitada». Y así, poco a poco, ayudando al personal necesitado ha conseguido su tan humilde morada. Igual que la morada que tuviera San Francisco de Asís. Más o menos.