Antonio García-Cervigón

Buenos Días

Antonio García-Cervigón


La temporada taurina cobra pujanza

23/04/2024

Es evidente que uno de los principales protagonistas y productor de la mayoría de los refranes es el tradicional hombre del campo. El agricultor es el inspirador filosófico de los augurios meteorológicos y de las cosechas. Y él es también quien mejor conoce el mundo animal. Vean el ejemplo: «De Toledo, alfareros y toreros». Es curioso este refrán porque se inspira en la creencia de que de esta provincia castellano-manchega surgían gran número de toreros. Lo cierto es que en el siglo XX no han sido tantos los matadores originarios de esta provincia y de su capital. Por citar a algunos, entre los que han destacado: Domingo Dominguín y sus hijos, originarios de Quismondo; Domingo Ortega, de Borox; Pablo Lozano de Alameda, de La Sagra; y Gregorio Sánchez y Carlos Collado, el Niño de la Taurina, ambos de Santa Olalla. De veterano tenemos a Eugenio de Mora y más modernos figuran Álvaro Lorenzo y Tomás Rufo, de Pepino.
Escuchen ya los clarines, ha llegado el momento esperado. Recibimos la señal convenida para dar comienzo al festejo. El clarín es un instrumento parecido a la trompeta que tocan dos empleados de la plaza por orden del presidente de la corrida y que sirve para comunicar al público y a las cuadrillas sus decisiones. Suelen sentarse en algunas plazas encima de los toriles, como en la Maestranza de Sevilla, y siempre enfrente del presidente. Empieza el paseíllo. Los alguaciles montados en sus jacas despejan el ruedo y piden las simbólicas llaves de toriles. Comienza el paseíllo. El ¡Dios reparta suerte! es una de las más típicas y tópicas expresiones del mundo de los toros y suena cuando los toreros y sus cuadrillas pisan el albero, se abre el portón, se miran unos a otros y con la mano derecha extendida exclaman:¡Que Dios reparta suerte! La música ataca la partitura de un pasodoble. La corrida ha empezado. La emoción se ha esparcido por toda la plaza. El pañuelo blanco del presidente se extiende para dar paso al sonar de los clarines. 
Salir por la Puerta Grande es triunfar. Alcanzar el objetivo buscado con éxito. Esta expresión de origen exclusivamente taurino se ha trasladado con toda su fuerza metafórica al lenguaje coloquial para describir una circunstancia superior. Álvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones, escribió sobre el toreo y la política que tenían grandes semejanzas: las dos son lucha, con los toros o con los hombres. La superioridad de los grandes matadores se debe al temple de la faena, cosa no fácil de definir. Es algo psicológico, depende más que de los brazos del instinto que los mueve. En la política, el temple en la faena es lo definitivo, temple en el ataque, temple al defenderse y lo mismo al recoger los aplausos o al rechazar los ataques del adversario. Y tuvo que ser otro político nacido en mi localidad, La Solana, Francisco García Catalán, quien construyera la plaza de toros, allá por el año 1908, con un cartel de novilleros formado por Punteret y José Morales 'Ostioncito'. Hace 60 años que un joven periodista preguntó a 'Paco el Gafas' qué motivo le llevó a la plaza de toros. Su respuesta fue:«Subí a la cámara de casa y vi un cerrojo que estaba sin servicio, y dije, este va a ser para la plaza de toros que quiso levantar Don Generoso, y así fue». Y en esas estamos.