«Tolerancia cero frente a las actitudes violentas que atentan contra la integridad de nuestros artistas y la libertad de expresión», así muestra su apoyo un usuario de X (Twiter) a Jaime Caravaca, quien a principio de semana recibió dos guantazos por un comentario en la misma red social. El agresor es un padre neonazi, que además canta, y que se ofendió porque el humorista elaboró un 'poético' comentario sobre su hijo de tres meses.
El padre ofendido se portó muy mal, no debió darle dos guantazos. El humorista tan solo había escrito del bebé el siguiente 'inocente' comentario: «Nada ni nadie podrá evitar la posibilidad de que (el bebé de tres meses) sea gay, y de mayor se harte de mamar 'miembro viriles' de negro. Y de negro obrero, nada de futbolistas. Qué sabio es el tiempo, toca esperar». Este 'bello aserto' fue la causa de la indignación del padre del bebé quien, insistimos, no debió propinar dos guantazos al humorista.
En la red social X se quejan por la violencia del padre cafre por atentar «contra la integridad del artista y de su libertad de expresión» Y es que el propio humorista Jaime Caravaca afirma que se niega a que le controlen en las redes sociales y que «en esto soy muy honesto». En aras de la honestidad, Jaime Caravaca se permite afirmar una burrada sobre un bebé sobre la que nadie tiene derecho a ofenderse, so pena de atentar contra la libertad de expresión.
El padre ofendido procesa ideología neonazi, pero ni siquiera esta perversa condición ideológica legitima los 'bellos versos' que el presunto humorista dedicó en su red social a un niño, aunque él mismo se ampare en decir que «el humor debe ser libre y sin censura».
El ideólogo y pensador Jaime Caravaca se define a sí mismo como «cómico, actor, artista polifacético. En lo personal, filántropo, blasfemo y murciano». En este modesto autorretrato se le olvida su condición de pensador satírico cuyo humor se encuentra a la altura del mismísimo Quevedo.
Caravaca habla muy deprisa y en sus actuaciones dice mucho «a tomar por culo» y - en serio- el público se ríe cada vez que lo dice. Lo que me recuerda la única actuación que vi de Rafaela Aparicio quien decía frecuentemente «puta» viniera o no a cuento en la actuación y las mujeres se reían chillando al unísono.
No nos confundamos, el humor de Jaime Caravaca es similar a aquel que ejercían Rafaela Aparicio, Andrés Pajares, Fernando Esteso y tantos otros quienes producían cierto refocile sexual de aquella masa social reprimida. Ahora, tan solo con un barniz y unas uñas negras que ya no impresionan a nadie, Jaime Caravaca se presenta como adalid de la libertad de expresión por hablar de la práctica de una felación. Y, su mejor argumento cuando le encajan dos guantazos es: «¿Podemos hablar, tío?».