Me acaban de decir que los aficionados taurinos están de enhorabuena porque un ministro ha retirado el premio taurino que puso en marcha el señor Zapatero, expresidente del Gobierno, para premiar a los mejores toreros del escalafón taurino ha sido retirado. Desde que se han enterado de la excelente noticia, los aficionados que habían dejado de acudir a los cosos taurinos, tal vez por la edad, han vuelto por sus fueros, para que la tradición taurina, tan arraigada en nuestro territorio, no se vaya al garete así como así. Tal vez, la carta histórica escrita por Nicolás Fernández de Moratín a instancia del príncipe de Pignatelli que versaba sobre el origen y progresos de la fiesta de toros en España y fechada en Madrid el 25 de julio de 1776 haya influido. De ella copiamos lo siguiente: «El año 1726 todavía no se ponían las banderillas a pares, sino una a una que la llamaban arpón. Por este tiempo empezó a sobresalir a pie un torero a pie llamado Francisco Romero, el de Ronda, que fue el primero que perfeccionó este arte, usando la muletilla. Esperando al toro cara a cara, a pie firme y matándolo cuerpo a cuerpo».
Nuestra región cuenta con dos toreros que marcharon a la gloria de la tauromaquia. Juan Gómez Ortega, Joselito. Su muerte acaecida el 16 de mayo de 1920, en Talavera de la Reina, sumió en duelo y estupor a España entera. Todos se resistían a creer en lo imposible. ¿Joselito muerto por un toro? No podía ser. El toro que tuvo tan triste privilegio se llamaba Bailaor y pertenecía a la vacada de la señora viuda de Ortega. «Y todo cesó al fin porque quisiste. Te entregaste tú mismo, estoy seguro bien lo decía tu sonrisa, triste tu desdén hecho flor, tu desdén puro». Esas fueron las palabras que le dedicó el poeta Gerardo Diego. Y los versos dedicados a Ignacio Sánchez Mejías:«Tardará muchos años en nacer, si es que nace, otro andaluz tan limpio de aventura». Lloraban al torero o mejor al fabuloso personaje que había muerto víctima de un toro. Esas terribles cinco de la tarde, ya tópico ilustre y repetido en horas de literatura. Sobre todo, aprendimos su biografía en tiempos juveniles: nació en Sevilla el 6 de junio de 1891. Su aprendizaje fue largo y duro; fue un ejemplo de tenacidad orientada. Tomó la alternativa en Barcelona, el 19 de marzo de 1919, de la mano de su cuñado, el gran Joselito, con quien había ido de banderillero, siendo testigo el no menos gran torero Juan Belmonte. Su mismo cuñado confirmó la alternativa el 5 de abril de 1920. Sentado en el estribo al primer toro Granadino de la ganadería de Ayala resultó cogido sufriendo una gravísima cornada a consecuencia de la cual falleció a los dos días en Madrid. Sucedió en Manzanares, donde una peña taurina siempre ha guardado su memoria y ahora cuenta con un museo que rememora la personalidad de Sánchez Mejías, una personalidad de gusto y de clara inteligencia. Eso está muy por arriba de la condición de ser ministro. Y en esas estamos.