Como dice la canción, Los tiempos cambian una barbaridad... y el clima ni te cuento. Está todo revuelto y no te cuento nada de los meteorólogos que están consultándose más que los horóscopos de las páginas de los periódicos. No solamente por las personas dispuestas para convertirse en viajeros por toda la geografía española y mundial. Dentro de unos días nos visitará la primavera y el tiempo ahora lluvioso se tornará primaveral y repetiremos el dicho de siempre:«La primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido». Y sí lo sabemos con la certeza cuando miramos a nuestro alrededor y descubrimos la luz blanca que nos llega de manera brillante, por el sol que ya dibuja sombras por doquier y tallos de savia nueva que comienza a erguirse por las plantas y arbustos que colorean la primavera.
Estamos a punto de dejar el invierno metidos en agua, que no se parece en nada a aquellas épocas invernales de juventud, cortas y escasas de luz. A veces con largas y copiosas nevadas. Los niños y niñas de entonces levantábamos muñecos de nieve en los espacios caseros que teníamos libres. El deshielo de los polos y la subida del nivel del mar, además del aumento de la temperatura media aumenta inexorablemente. Para el año 2030 que tenemos a la vista solamente en un quinquenio la temperatura alcanzará un grado más. Ahora cada vez más los mensajes que nos llegan son repetidos. Las estaciones del año no son las que eran cuando transitábamos por nuestra juventud. Coincidimos con los expertos del tiempo que anda revuelto. Por estos días, las nieves eran más copiosas y las lluvias más torrenciales y menos violentas. En resumen, si cabe, los inviernos eran menos inviernos. Así pasé mi infancia, en pleno y gozoso vivir rural. Vivir campesino agrícola y ganadero. Ligero, vivir sencillo y libre. Rodeado de maestros con un don Francisco Ortega Puga de gran rango en Magisterio. Para muchos jóvenes de mi generación nunca olvidemos sus nombres.
Hemos llenado nuestra vida sencilla en el cálido amor familiar: gozando con el esfuerzo de todos los compañeros con los que hemos contado siempre. Crecen los árboles y florecen el campo al compás de los dichos que nos enseñaron: para San Blas, las cigüeñas verás decían nuestros antepasados y las golondrinas, que adelantan cada vez sus venidas por estas latitudes, todos los años saben despedirse de nosotros. Las aves migratorias tienen su salida en días determinados que tenemos anotados para pasar a lugares más cálidos. La cuestión es ésta: ¿Es el hombre el que altera el clima o es un fenómeno natural? Podríamos seguir explicando nuestra manera de aplicar conceptos que hemos aprendido. Proseguiremos. Y en esas estamos.