Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


El nivel del insulto político, intolerable

12/12/2024

Cada vez entiendo menos la enmarañada situación que el PSOE, y sus socios de componenda, compadreo y contubernio -extrema izquierda, izquierda relativamente moderada y socialdemócratasanchista, de Pedro Sánchez que no de Sancho Panza, nacionalistas y separatistas más o menos demócratas, hijos y sobrinos de ETA, nietos de grapos y grapas venidos a menos, chantajistas de toda laya y condición…- nos está haciendo vivir a los españoles, ello, simple y llanamente, porque a Pedro Sánchez, parece ser, porque según los que más saben de esto, le ha venido algo así como un periodo de las ideas, cosa siempre desestabilizadora en cualquiera de las especies, lo que le ha puesto a los pies de los caballos. Él, 'el 1', que dicen que le dicen, siempre dispuesto a hacer el bien en su beneficio, como demuestran los casos de Ábalos y demás compañeros de promoción y grupo político, léase legislatura, debido a la cantidad de maraña y golfería política en la que nos están metiendo los que en su derredor buscan, y en algunos casos hallan, una buena colocación, un indigno enchufe, esta que se sale en casi todos los aspectos. 
Los últimos acontecimientos; -caso Ábalos; caso Begoña; caso Chache (su hermano); caso crisis gubernamental por culpa de sus socios de hoy; caso Dana, en la parte que le toca al Gobierno del Estado; abucheos de la visita al reino del barro; ninguneo en Valencia y, bofetón -nunca sabremos la verdad y el alcance de este día nefasto para nuestras relaciones exteriores- con Francia y diría y digo yo, con más de uno y más de dos de los países que nos interesan y mucho. Esto y más es lo que parece estar descomponiendo a Sánchez y, de rebote, afectando a todo, o casi todo de lo que afecta a España. 
Pero con mucho, muchísimo, hasta demasiado, lo ya expuesto, hay un tema que, por su propia importancia y definición, puede, a medio plazo, desestabilizar más que los demás, y todo ello, en conjunto y sólo en impensable y rechazable hipótesis, hacer saltar todo esto por los aires. Y es que la democracia española, aún hoy, no está todo lo bien anclada que necesita. Aquí queda mucho odio, mucha sed de venganza, mucha inquina entre grupos, ideologías, facciones. Nadie podrá decir que miento o exagero un poco más de lo deseable. A cualquiera, con espíritu crítico y de ciudadanía, le bastaría con visionar unas cuantas sesiones del Congreso y similares. A algunos sólo les falta tirarse al cuello del vecino y arrancarle la nuez de cuajo y así festejen todas las constituciones que quieran, no se va hacia adelante, sino todo lo contrario. Los niveles de insulto para un país tan visceral como el nuestro son ya intolerables, y los políticos, deberían reaccionar… y menos mal que, pese a la bajeza moral de un nutrido grupo, se están olvidando de usar la cal y el arroz con leche.