Hace unos días, presenciaba una conversación en la que un interlocutor afirmaba que el presidente del Gobierno es alguien listo, pero no inteligente al modo de Felipe González o Alfonso Guerra, políticos del pasado. Ello despertó la curiosidad que me condujo a detenerme reflexivamente en la diferencia de ambas acepciones, listeza e inteligencia, considerando la oportunidad del tema por el hecho de que la filosofía es el saber por excelencia que se ha ocupado y ocupa del estudio de la inteligencia humana.
La listeza, nos dice la RAE, es la cualidad de listo, y entre sus acepciones están las de diligente, pronto, expedito, apercibido, preparado, sagaz o avisado. El significado de inteligencia pasa por siete acepciones diferentes, las cuales pasan desde la capacidad de comprender, entender, resolver problemas, conocer… hasta llegar a la última acepción de sustancia puramente espiritual. Como vemos la listeza se sitúa en el terreno de la práctica y, la inteligencia más bien está relacionada con la dimensión teórica del conocimiento, incluyendo lo espiritual. La listeza versa sobre la capacidad práctica de actuar, es una guía de conducta para conducirse en base a unos fines u objetivos previamente elegidos, como puede ser el mantenerse en la cúspide del poder, o saber llevar bien un negocio, o tener habilidades sociales para la convivencia. La listeza presupone habilidades en el orden del actuar que están relacionadas sobre la base de unos fines previamente elegidos.
La inteligencia, por otro lado, es una facultad humana o predisposición innata que nos habla de apertura y de referencia a algo distinto de si, pues está orientada a comprender, conocer, o resolver problemas, todas ellas acciones que están dirigidas hacia el exterior, más allá de nosotros. Hay un autor español, Zubiri, que dedica gran parte de sus extensos escritos a describirla. Para él, la inteligencia es la apertura radical del ser humano a la realidad, y en la inteligencia queda la impresión de realidad que nos queda como impresión. Desde esta impresión elaboramos los conocimientos que los mismos contenidos de la impresión de realidad nos dejan a modo de huella. Para Zubiri, la realidad reviste poder o poderosidad -la llama él-, pues la realidad se impone. Si la realidad se impone quiere decir que tiene entidad propia, es «de suyo», denominación que emplea el autor para hablar de la alteridad propia de la realidad externa que adviene a nuestra inteligencia. La realidad es por sí misma, y la capacidad de captarla es propiamente la facultad de la inteligencia.
Anterior al desarrollo del propio pensamiento, otra cualidad de la realidad es la verdad, la verdadera realidad, pues la realidad deja su propia huella. La huella de realidad es de por sí, adviene con entidad propia, y en ello radica lo verdadero de la realidad, lo que quiere decir, que con anterioridad a que la pensemos, la realidad se impone. Con posterioridad la podremos intentar comprender, interpretar, explicar, etc. pero estamos injertos en ella de antemano.
Los seres humanos, dice Zubiri, tenemos un psiquismo que nos permite acceder a la realidad de manera hiperformalizada. A diferencia de los animales, no percibimos la realidad como un mero estímulo. Por ejemplo, si un animal se acerca a un fuego percibiría que es quemado si se acerca mucho; percibiría un estímulo: el quemar del fuego. La inteligencia humana, por estar hiperformalizada, percibiría el quemar como una propiedad del fuego, sabiendo que si se aminora la cantidad de fuego disminuiría la capacidad de quemar del mismo o si apaga el fuego, éste dejaría de quemar y de calentar. El ser humano puede percibir, por su inteligencia que el fuego es una realidad por sí misma independiente con las propiedades del calor, que a su vez es quemante de determinados cuerpos que son inflamables. Un animal no podría realizar estas deducciones inteligentes para comprender la realidad.
La inteligencia para Zubiri es nuestro modo de estar en la realidad y, hasta tal punto es importante, pues es lo que nos constituye como personas. Somos personas por nuestro modo inteligente de estar en realidad.
Volviendo a la comparativa: la listeza es una habilidad que nace de uno mismo y a uno mismo vuelve; puede quedar clausurada en uno mismo, pues puede responder a los intereses propios -se puede ser individualistamente listo-, ya que es una destreza dentro de la inteligencia, la cual, sin embargo, es lo más básico con lo que contamos para estar en la realidad, la cual está referida a lo externo y, nos vincula a una verdad que se impone. Guiarse desde la inteligencia es guiarse desde la realidad, con sus posibilidades y límites, pero implica atenerse a la verdadera realidad. Cuando la listeza desoye la inteligencia real se conduce de la manera más hábil hacia los propios intereses y deforma la realidad. Se puede ser muy hábil a costa de sobrepasar los límites de la realidad, ¿consecuencias? La realidad se vuelve confusa y engañosa, porque se pretende someter y tergiversar. La realidad deja de tener poder, y ese debilitamiento mismo es la mentira o manipulación.