Siempre escuché, y entendí, que la mejor, y como tal la más democrática, manera de resolver un asunto controvertido, de interpretación variada o de preferencia de gobernabilidad, o gobernanza, eran las urnas. Hay dudas, pues ¡a votar!, aunque se corra el riesgo de que el electorado no elija lo mejor. Pero lo que nadie podrá poner en cuestión será la legitimidad de lo que salga de los cajoncitos, en los que los ciudadanos-votantes, dueños teóricos del poder, han elevado a cuasi sagrado. Pero sucede que a veces, ya digo, el peligro de elegir a un segundón o a una medianía -o tercería-, sobrevuela el panorama político social de un territorio, ¿¡vaya usted a saber cuál!?, y los humanos, cobardes por naturaleza, han buscado, y hallado, a lo largo de siglos una mejor modalidad que evita serios problemas. Hablo, escribo, del referéndum, que coloca, con la mayor limpieza posible en trances semejantes, el mayor y más legítimo poder emanado de las urnas en cada caso.
Es, permítasenme unas líneas, problema y solución más limpia que cualquier otra, ya que como está sucediendo en España en estos tiempos, ante la necesidad de conformar gobiernos de instituciones claves del Estado, y más, que no ven, el pueblo lo ve menos aún, elegidas las personas, constituidas las mesas de gobierno de cada organismo, ya sean el Consejo General del Poder Judicial o cualquier otro organismo de igual o parecida importancia para la gobernabilidad de España; o lo que están dejando Sánchez y su PSOE de Ella. Me refiero, con absoluto convencimiento, a la elección de cargos por rabiosa antigüedad. Así, por antigüedad y en todo; en los jueces, en la cobarde y delictiva ley de amnistía para Puigdemont… y en todo lo que surja, ¡en todo! y en lo demás también, la antigüedad yugular, como navaja cabritera en pescuezo indigno y golfo, los tejemanejes y demás chanchullos a los que nos tienen, con nuestro dinero, acostumbrados demasiados políticos.
Pero ya ven ustedes, ni una referencia a esta posibilidad de solución al debate de los jueces o al de la amnistía y a los demás que iremos viendo y deglutiendo en los meses que vienen. La oposición, y algunos más, hacen lo que puede, aunque con demócratas como Pedro Sánchez, el nene, y los demás, poco se puede hacer. Así, hubiese sido mejor un referéndum.