La filosofía delulu es tendencia. Se ha instalado en las redes sociales y de ella ya se viene hablando desde hace algún tiempo en ensayos, diarios y revistas especializadas. No es fácil saber en qué consiste aunque quienes se refieren a ella lo hacen siempre como una filosofía positiva y optimista. Se puede decir también que se presenta sobre todo como un estilo de vida, el modo con el que quieren afrontar su existencia cotidiana la generación de los zoomers y los millenials. El término deluluproviene de la palabra inglesa delusional (delirante) y las raíces de este nuevo término están en el mundo de los fans de la música pop coreana, que la usaban para referirse a sus fans más radicales, quienes llevados por una cierta obsesión y delirio fantaseaban con poder llegar en algún momento a mantener relaciones estrechas con sus ídolos musicales. Delulu se refiere por tanto a un modo de vivir desde una cierta enajenación, viviendo fuera de sí, imaginándose siendo quien a uno le gustaría ser y viviendo dónde y cómo uno más desearía. Tiene que ver con situarse en el ensueño, dejarse llevar por la imaginación a una realidad ideal, la fuga a un mundo construido a la medida de deseos e ilusiones. Y todo ello porque este juego gracioso y divertido busca a través de la fantasía y del delirio encontrar en la farmacia del cerebro las dosis suficientes de oxitocina y dopamina que hagan la vida más agradable y llevadera. Delulu is the solulu (la solución es la ensoñación) es su mantra.
Hay quienes ven en todo esto una presentación novedosa de algo ya muy antiguo, la utilización del pensamiento positivo. Consideran que imaginándonos con unas cualidades y capacidades extraordinarias se consigue una plena confianza en las propias posibilidades y el aumento de la autoestima, algo que es fundamental en el empeño de alcanzar las metas propuestas. Sin quitarle importancia a esta interpretación, creo, no obstante, que lo delulu encierra algo más de fondo que una simple técnica de motivación, superación personal o un ejercicio de autoayuda. En el fondo de esta propuesta hay una manera de vivir en el intencionado autoengaño. La semana pasada en la sección ICON de El País, Guillermo Alonso en su artículo La verdad, esa cosa tan aburrida y sobrevalorada escribía: «La mentira hay que celebrarla, cultivarla y mantenerla. Esa mentira que nace de la creatividad y del intento de fantasear con otras vidas… La gente no es solo lo que es, sino lo que sueñan con ser, es la suma de todas las mentiras que se cuentan a sí mismos». Aquí hay algo más que una técnica psicológica de autosuperación, en esta filosofía se esconde un modo engañoso de enfrentarse a la realidad, una realidad que en muchas ocasiones dista mucho de esa otra alucinada en el juego que propone la filosofía delulu.
No atravesamos tiempos fáciles. Una profunda crisis se autoalimenta en una especie de policrisis. Cuando estábamos saliendo del severo castigo de la crisis económica del 2007 fuimos azotados por una pandemia que ha dejado millones de muertos y que ha hecho sentirnos radicalmente indefensos. Conflictos bélicos y culturales que adivinan un nuevo orden mundial que está aún por decidirse: ¿China, Rusia, EEUU? ¿Oriente? ¿Occidente? Crisis climática y crisis energética. Crisis política, la democracia cada vez más en retroceso ante el avance de ideologías totalitarias. Trabajo, vivienda, alimentación no son ya realidades que se vean aseguradas. Se habla del apocalipsis tecnológico que algunos auguran no tardará en llegar. En definitiva, vivimos instalados en una crisis antropológica que envuelve todo en la desesperanza, en la incertidumbre y la desconfianza. Vivimos en la era del miedo. La realidad parece habernos caído encima como una losa y desde la indefensión y el abatimiento para algunos la mejor solución es vivir en el engaño.
La filosofía delulu de la Generación Z y de los millenials no deja de ser sino la versión postmoderna del pensamiento utópico de sus padres y sus abuelos. El pensamiento de una generación a la que se la ha evitado siempre enfrentarse a las dificultades, a la cara amarga de la realidad, una generación malcuidada y consentida. Delulu es una filosofía sibarita, de red social, divertida, refinada, que busca en la química del cerebro el viaje que los aleje de la realidad y del compromiso exigente para su transformación. Personas y sociedades han pasado por momentos de profundas crisis y han soñado e imaginado mundos mejores, realidades utópicas (ya en Platón las encontramos) como lo hace la filosofía delulu. La novedad es que aquellas servían como impulso trasformador de una realidad que había que mejorar mientras que estos son los mundos de una generación desarticulada, virtual, que busca un refugio placentero en la irrealidad.