En 2022, Carlos San Juan de Laorden, doctor jubilado y afectado de Parkinson, emprendió la campaña 'Soy mayor, no idiota'. Con ella pretendía que los bancos se replantearan la atención personal a la clientela que lo solicitara, normalmente personas mayores. Con ella consiguió 600.000 firmas de apoyo en la plataforma change.org. Gracias a eso se firmó un protocolo en el Ministerio de Economía, en Madrid, en el que los bancos se comprometían a dar mejores servicios a sus clientes de la tercera edad.
Compruebo, con gran tristeza y decepción, que en algunas entidades bancarias conseguir una cita presencial sigue siendo una carrera de obstáculos, con lo cual el protocolo firmado no se está cumpliendo. Si se llama por teléfono no lo cogen y si se va presencialmente, al no tener cita previa con un gestor no te atienden. Esto sigue pasando a personas mayores que no tienen por qué saber resolver todo por Internet. Además, este público suele ser el más fiel a sus bancos de cabecera, puesto que toda la vida poniendo su confianza en las mismas entidades. No dudo que haya profesionales estupendos que quieran atenderles presencialmente, pero si el personal en las oficinas es insuficiente y cada vez hay menos sucursales, lo tienen realmente difícil para dispensar esta atención.
Se calcula que unos diez millones de personas mayores de 65 años viven en nuestro país, lo que supone más de un veinte por ciento de la población total. Siendo este un colectivo tan numeroso, no cabe duda de que merecería una atención más cuidada y humana. En cambio, se cerraron tres oficinas al día en 2022 en la España rural, dejando a muchos de estos habitantes desasistidos. Parece ser que estas sucursales se sustituyeron en algunos casos por oficinas móviles, puntos de retirada de dinero en correos o agentes financieros. Dudo mucho que, humanamente, se compense así los hábitos de las personas ancianas que podían dirigirse a su sucursal, cualquier día de la semana, con su personal de confianza y que tenían a mano el acceso a sus datos económicos y a las operaciones bancarias que necesitaran realizar.
Carlos San Juan confesaba en una entrevista el recelo que le producía también el hecho de que, ahora, muchas consultas médicas se produjeran en remoto. En su opinión, la medicina necesita un trato humano y habla del bienestar que se produce en el paciente cuando es mirado a los ojos y aconsejado por quien puede curarle. Está claro que si la enfermedad no permite salir de casa, una consulta digital puede ser una solución, pero no es preciso que lo sea siempre.
Se considera 1983 como el año de nacimiento de Internet y los primeros pasos de las redes sociales se sitúan a mediados de los 90. Estos datos nos indican que solo se llevan cuarenta años usando estas herramientas y puede que aún sea poco tiempo para que la gente de todas las edades se haya acostumbrado a su uso. Las personas de 70, 80 o 90 años hace 30 probablemente no necesitaban las redes sociales o las aplicaciones para todo y, por tanto, no se encuentren cómodas siendo obligadas a funcionar de un modo absolutamente digital. Puede que falten un par de décadas para que este sea posible pero, mientras se consigue, debería primar la humanidad y el respeto.
Por supuesto que hay que valorar y Carlos San Juan también lo hace, el indudable desarrollo que suponen las nuevas tecnologías y la impagable ayuda que prestan en todos los campos. Pero no nos neguemos a ayudarnos unos a otros y a tener más empatía en lugar de mirar solo los beneficios económicos. Ojalá este artículo sirva para reducir estas desagradables situaciones para con nuestros mayores, que tanto han trabajado por nosotros.