No diré hoy, tras esta reincorporación, que sea día y tiempo, feliz ni cosa parecida. Es, antes al contrario, día y tiempo de dolor, de inmenso dolor y de temor, de inmenso temor. En estos días, la Humanidad, al menos una no desdeñable parte de la Humanidad, ha visto como los décimos que jugaba en la Lotería de la vida eran pasto de papelera con papel para reciclar, y ello porque ni habían obtenido premio alguno ni cosa que se le pareciese. Por ello y muchas cosas más, servidor de ustedes, que es el que pergeña estas líneas y trata de darles cierta coherencia, ha vivido días, y así sigue, capaces de destruir sueños de todo tipo y condición, debido a la rabiosa, destructiva e inconmensurable DANA, abatida sobre amplias zonas de Valencia y Castilla-La Mancha; la indecente actitud de la clase política, ante la gestión de la inmensa crisis generada, en horas, por una enloquecida naturaleza, que más parecía ángel vengador que acumulación de fenómenos meteorológicos adversos a todo; el mayor ejemplo de antiperiodismo que he visto en mis 60 años de ejercicio; y, por fin, la hecatombe, con efectos mundiales, que puede suponer la vuelta de Trump al trono de la Casa Blanca. Así que, cuatro asuntillos para andar por casa, que no por la Casa Blanca.
De la catástrofe Valencia-Castilla-La Mancha, poco más hay que decir, salvo que ha puesto de rabioso manifiesto la ineptitud política y, en algunos casos, también moral de nuestros políticos. Unos por otros, nos han ofrecido ofensivas actitudes, con escenas imaginarias de grupos de cadáveres flotando mientras que ellos, políticos al fin y al cabo, discutían sobre quién tomaba en sus manos la gestión. Es posible que más de un fallecido sea imputable a ellos. Veremos la respuesta de la Ley, que digo yo que intervendrá.
En la llamada Sexta, o así, me tragué unas líneas del Ferreras, ¿?, también aquí valdría lo de los cadáveres flotando a la vez que el autor de la soflama contra la gestión de la crisis -antes de iniciarse la controversia entre Estado y Generalidad- por el mando sobre la crisis. Inexplicable, porque mientras pasaban los cadáveres -minutos antes o después-, el señor Ferreras leyó un texto amplio en el que despellejó al presidente valenciano y, de paso al PP, que parecía salido de la mejor escuela soviética de agit prop del pasado siglo. Siento decirlo, pero quizás alguien podía haberse escapado de la catástrofe, si Ferreras hubiese dejado la crítica política para unos momentos más oportunos. Su texto debió animar a más de uno, y luego vino lo que vino, aún sin barricadas.
Y Trump, ejemplo de políticos ególatra, como nuestro Pedro Sánchez. Inexplicablemente, las gentes latinas, de las que quiere desprenderse Trump, le han votado en masa. Puede que algún día se arrepientan. Europa también. Quizás, incluso, habrá que hablar y transar con Moscú y Pekín, y más. Delhi y sus mil millones largos de hindúes no andan lejos. Recuerden: Trump no nos quiere.