José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Fúcares final

23/10/2024

Dicta, de forma pomposa, Charles Jencks en su libro El lenguaje de la arquitectura posmoderna (1977) la conocida sentencia de los ocasos arquitectónicos: «La arquitectura moderna murió en San Luis, Missouri, el 15 de julio de 1972 a las 3.32 de la tarde (más o menos), cuando a varios bloques del infame proyecto Pruitt lgoe se les dio el tiro de gracia a base de dinamita». Casi de forma milimétricamente paralela, podríamos decir o al menos yo lo enuncio y no sin fundamento, que «buena parte de la pintura y escultura contemporánea –al menos su exhibición, conocimiento y muestra– pudieron nacer en Almagro el 24 de octubre de 1974 en la Galería Fúcares». Al menos, para el enclave provincial y también regional. De no haber sido por los 18.629 días transcurridos entre la apertura citada y el cierre próximo, buena parte de los debates pictóricos de los siglos XX y XXI habrían quedado pospuestos y aplazados. Y desconocidos para muchos de nosotros y obligados a desplazarse a Madrid para verlos.

Digo todo esto, cuando ya se ha publicitado –con todo el pesar del mundo y con toda la crítica al desdén institucional continuado y altamente silencioso– el anunciado cierre del espacio expositivo de la Galería Fúcares, comandado por Norberto y Paloma Dotor, para el próximo día 25 de octubre, en un plazo que cumple –lo enuncia el cartel– «50 años y un día», como si de una condena a cumplir se tratara. Y bien cierto es que sabremos de esa condena publicada con el paso de los días y las noches. Lo iremos viendo y miraremos, entonces, a las sedes institucionales de la cultura quieta, que dejaron escapar tan  valiosa e inquieta pieza y de cuya certeza sólo quedan los  recuerdos de las exposiciones tempranas de 1983 y 1984, Otra pintura de Castilla-La Mancha y Benjamín Palencia surrealista

Y lo ha hecho Fúcares, en su despedida, con cartel funerario de fondo negro y tipografía escueta, rondando el rojo tiniebla, tan característico de otras pasiones y melancolías sureñas, donde se puede leer que el violonchelista Jesús Villareal ejecutará piezas con «sabor a despedida», que mañana mismo ya serán y sonarán «con sabor a pasado», como un bolero inverso, Con sabor a ti. Como si los anuncios y avisos previos –entrevistas varias y declaraciones diversas– y el mismo cartel negro y ténebre no fijara un adiós y un duelo. Ahora que se celebran otros cincuentenarios –puede que con apoyos institucionales– de otras realidades culturales provinciales, como Lazarillo o Grupo Guadiana, sorprende el  absentismo de la Consejería de Cultura, que acabará lamentando.