Ahora resulta que a la Guardia Civil, amén de entregar mártires a la mayor gloria del pueblo al que sirven y que no es otro que el español, el pueblo español de siempre, la queda tiempo para realizar un puñao de casos cada día y resolverlos bien casi siempre. Ayer, sin ir más lejos, nos enteramos de que había detenido a gentes relacionadas laboralmente con el exministro de Fomento, José Luis Ábalos, mano derecha que fue, y en parte seguía siendo, del presidente Pedro Sánchez y hombre fuerte, -algo así como en su día lo fuese en el PSOE Alfonso Guerra, en tiempos de Felipe-, por un posible delito de trincaleta o trincamiento, en inmorales comisiones, por compra enloquecida, ilegal, delictiva y, lo que es peor para mí, dado que el presunto tinglado comisionista tuvo su auge en los momentos más duros de la pandemia, cuando los españoles casi no teníamos mascarillas de protección y moríamos a miles cada día. Hace meses, con todas las diferencias que queramos y los asesores, en general, puedan inventar para que los encausados puedan soltarlas en las ruedas de prensa, y hasta en los juzgados, para intentar demostrar sus inocencias respectivas, hubo otro caso de corte mascarillero, en el que el duro Ábalos, digamos, estaba en la parte acusadora, el PSOE, ya que el acusado, y supermachacado protagonista, por la izquierda -la separatista y la otra, con el PSOE al frente- era el hermano de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. La caza fue furibunda como queda dicho más arriba, pero al final la causa quedó en nada, en agua de borrajas o de grelos muertos, ya que pese a haber recorrido el asunto una decena de juzgados, los jueces, todos, lo sobreseyeron, pese a lo cual, yo, servidor de ustedes y de la verdad, no escuché ni unas excusa, ni una petición de perdón por parte de ningún rojillo. ¡Dónde está el espíritu de reconciliación!
Pues bien, dado que ahora no es gente del PP, ni aproximado, ni ná de ná, la metida en el cieno hasta las cejas -las cejas son patrimonio de Zapatero-, ni cosa parecida, se puede esperar que el PP saque la muleta de torear con elegancia y dé un recital de dureza, ¡sí!, pero con la diana de la reconciliación como centro inequívoco de su mirada. Ya está bien de peleas, insultos y complacencia de los líderes hacia los lacayos ejecutores de cada cual. (El PSOE, cuanto se miente por ahí, repudió al principal sospechoso del tinglado, que había sido, presuntamente, mano derecha, consejero y guardaespaldas de un ministro de España y gente en el seno del PSOE).
Del batacazo en Galicia y del Gobierno, hablaremos otro día.