Hablar del grupo editorial Planeta es meterse en un jardín privado con brotes de jardín público. Da grima opinar, sobre todo a los autores prejuiciosos, a los cientos de narradores que no consiguen año tras año lograr el ansiado e inalcanzable premio, alegando que no se dan condiciones ecuánimes para conseguirlo, que acuden, y además lo ganan, autores de rostros televisivos, periodistas, escritores mediáticos de la casa que parecen haber formado con antelación un pacto de empresa, para al menos, hacer las Américas medianamente cómodos y comenzar a ir recogiendo cantidades apostadas de cada octubre por Santa Teresa.
Eso no impide que los premios Planeta, con buena o mala crítica, al ser premiados, sean leídos por una gran tribu de lectores que regalan gratuitamente opiniones de todo tipo, además de ser uno de los regalos más clásicos de las navidades. Siempre me sorprendió que el libro ganador pueda ser preparado, corregido, maquetado, distribuido y al escaparate en tan poco tiempo, a juzgar porque yo misma he tardado bastante en la corrección fidedigna de uno propio de narrativa menos extenso y que aún anda en imprenta. Me diréis que no hay comparación posible, pero lo de salir en una semana con imagen de cubierta y créditos completos parece poco probable.
Toda esta larga introducción es motivo de que mis dos últimas lecturas me han llevado a Galicia de la mano de dos mujeres. La primera es la autora de la gran novela Las hijas de la criada, de Sonsoles Ónega, premio Planeta 2023, gallega por sus ancestros, coincidiendo que ambas obras se basan en personajes de mujeres gallegas fuertes como los temporales que allí arrecian, y reivindicativas como las autoras citadas en la segunda lectura, en el premio literario humilde que me encargo de organizar y que nada tiene que ver con el Planeta novelado, es el Premio de Poesía Cazuela de María, segunda edición, donde en el poema premiado las escritoras gallegas se citan en sus versos, versos este año de la autora gallega, Yolanda López.
Comparar un texto de quinientas páginas, leído en poquísimas jornadas, con un poema de cincuenta versos es una osadía por mi parte, diré para defenderme que en ambos textos representan la Galicia más profunda, la Galicia del mar, del pescado, del trabajo, del paisaje, del clima, de la fatalidad, de la familia y sobre todo la Galicia rural más auténtica que defiende y pone en valor a la mujer como poseedora de la verdad. En la novela aparecen mujeres como doña Inés, Renata, Isabela, Clara…, cercanas a sus principales objetivos, incluso supersticiosos. Y en el poema aparecen Emilia Pardo Bazán, Rosalía de Castro, Clara Campoamor, Alejandra Pizarnik entre otras autoras, es casual que en ambos se nombren a las viudas de vivos y de muertos. Casualidades de la saudade. Hay que volver.