Nuestro campeón no se conformaba con Jessica, sino que de vez en cuanto hacía alguna correría con varias al mismo tiempo. El de Torrente, no me refiero a la película, sino que nació allí, -qué casualidad-, se llevó una furgoneta cargada de señoritas, y se «encerró» una suite en el Parador de Teruel, con Koldo y su hermano, y se corrieron una juerga de tal tamaño que destrozaron la habitación. ¡Qué diría el Torito! ¿Qué cómo destrozaron la suite? Pues no es difícil imaginarse que pasándose a las chicas de uno a otro como si fueran un balón de rugbi, o jugando a las almohadas, o correteando por encima de las camas en su persecución. Mi imaginación no da para más. Una historia digna de Torrente, que no sé cómo a D. Santiago Segura se le ha escapado.
El caso es que tanto el ministro como el Koldo tienen un aire de esos que tenía Roldán con los calzoncillos de la postguerra en una de sus juergas nocturnas. Y es que los ministros cuando son de cartera confunden el corazón con la billetera, Sabina dixit en la canción del Dioni. Hay mucho vicio y muchas gambas en las altas esferas. El Dioni también se fue con una furgoneta, pero las chicas se las buscó en Brasil. Total, el ministro nos ha dejado bien claro que no ha nacido para transportar maletas como las de Delcy, que las dejó tiradas en el aeropuerto sin abrir. Nunca sabremos lo que transportaba, si oro o vestidos para pasar una larga temporada fuera de Venezuela.
A las aventuras del valenciano no le han faltado las mascarillas del Llanero Solitario, que repartió entre sus amigos políticos como si fuera uno de los camelleros de los Reyes Magos. Ahora toca devolver el dinero. Pero volviendo a sus andanzas de playboy de pago, -conozco más de uno que las exhibe en las Ventas-, nos preguntaremos … ¿y qué hacía este pavo en Teruel con el frío que hace? Nos basta ir a la hemeroteca para comprobar que en el aquel momento era ministro de transportes, y que se fue a hacer una «lógica y rutinaria» inspección a la estación de tren. Pero no se fue en tren. Las furgonetas viajeras es lo que tienen, y si no que se lo digan a los de Locomia, o al Dioni, y yo creo que por la envergadura que tiene el Koldo siempre pensó ser M. A. Baracus en el Equipo A, solo que en vez de llenar la furgo de agentes secretos, la llenó de los Ángeles de Charlie de la Nacional IV.
El caso es que por entonces el Sr. Ábalos formaba parte de un gobierno donde había muchas feministas que querían abolir la prostitución y el porno. Me lo imagino sentado y riéndose por dentro, mientras Dña. Irene Montero hacía un esfuerzo argumentativo con sus consabidas homilías sobre solo el sí es sí. Enmienda: la ley debería contemplar en uno de los apartados que la mejor afirmación del sí es llevar en la liga, en vez de una pistola, un datáfono. Ahí no hay dudas del sí. A Dña. Irene también le han salido ranas el Sr. Errejón y el Sr. Monedero, que escuchaban embobados a la ministra, y que en cuanto se daba la vuelta iban ¡al ataqueerr! como Chiquito, pero éstos lo tendrán más difícil de probar porque ellas no son de las de datáfono.