La tendencia aumentativa del relato político actual –que no es bipolar y de confrontación y acoso, o no solo es eso– nos está llevando a cotas elevadas de hipérboles y de exageraciones, de forma que lo que se proponga o se consiga oír por boca de gobiernos diversos de cualquier estructura y ámbito, o por ecos diversos de partidos políticos homogeneizados, nos es revelado e interpretado como un algoritmo de su valía y de su imprescindibilidad en la vida pública. Cualquier logro, dato numérico, carpeta de registros o meta contable –conseguida o por conseguir– se nos presenta con calificativos aumentativos y aún superlativos, donde subyace la idea de la excelencia del causante y promotor. Y donde se rozan los argumentos de 'lo histórico'. Cuando se define algo de tal suerte y manera –como histórico– nos estamos refiriendo con ello a la excepcionalidad del suceso y a lo extraordinario del acontecimiento, nos estamos refiriendo a 'lo que nunca vieron los siglos', como se decía en forma antigua así acuñada.
Es posible por ello, otear el anuncio –pancarta gigante mediante– en el vestíbulo de la estación del ferrocarril de Ciudad Real– e imagino, que de otras tantas ciudades de la red AVE– para poder leer el manifiesto-programa que nos advierte de la «mayor inversión en 30 años de historia» de tal infraestructura. Inversión de 700 millones de euros, en diversos aspectos que iluminan el presente inversor, tanto como oscurecen el pasado de anomia en el gasto. Y ¿acomplejan el futuro? Algo parecido a lo mostrado con los datos relativos al mercado laboral, que han llegado en estos días de comienzo de abril a la cifra –de nuevo, cifra histórica se nos repite con perseverancia– a «rozar los 21 millones de cotizantes». Volviendo a esos lugares nunca hollados del 'cuasi pleno empleo' (¿…?).
Incluso, más cerca aún de nosotros, la presentación del Presupuesto Municipal de 2024 en el Ayuntamiento de Ciudad Real –por parte de sus valedores en el gobierno municipal, PP y VOX– ha sido, igualmente anunciada como «unos presupuestos históricos». Afirmando tal calificativo en base al récord de su montante final –84,2 millones de euros–, o subrayando que la inversión crece un 300% respecto a la precedente. Con ello se subraya el doble efecto ya mencionado sobre el carácter del promotor y ejecutante. Subyace la idea de la excelencia del causante y promotor frente al empequeñecimiento del gestor precedente –póngase el nombre oportuno que se quiera–, olvidando tanto unos y otros que, si somos más en cada ejercicio económico posterior, lo lógico es el aumento del gasto y el aumento de los cotizantes. Olvidando la historicidad de lo histórico.