En el paleolítico inferior –¿o superior?, tal vez– del PSOE –el procedente del congreso de Suresnes y de la remontada ante los históricos de Rodolfo Llopis que comandaba a los Históricos frente a los Renovadores–, la afirmación del entonces todopoderoso vicesecretario general Alfonso Guerra González, de que «el que se mueve no sale en la foto», era interpretada como un toque sutil de atención a los discrepantes de la línea oficial del aparato y de los mandamases del partido. Y ello, a pesar de que en aquel PSOE de la Transición existían corrientes internas organizadas, cosa que ahora carece de lógica y de presencia desde 2016 y la llegada de Sánchez a la Secretaría general. Movimientos fotográficos, por más que el propio Guerra desmintiera la exactitud de lo afirmado en la aseveración fotográfica, en sus múltiples comentarios posteriores, memorias incluidas.
La situación actual del PSOE comandado por Pedro Sánchez Pérez-Castejón, en una encrucijada fenomenal interna y externa, está abriendo muchas costuras en el cuerpo del partido. Costuras que parecían cerradas en un partido más que centenario y con muchos vaivenes de alto y de bajo vuelo. Costuras y desgarros entre las cesiones anunciadas y exigidas, que se plantean en una venidera investidura del candidato Sánchez, frente al peaje y chantaje exigido por los independentistas catalanes y vascos, y los ejercicios de mando indisimulado, advertidos de forma repetida frente a una escasa disidencia interior. El episodio de la fulminante expulsión de Nicolás Redondo Terreros, sin mediar intervención de la Comisión Federal de Ética y Garantías –como contemplan los estatutos y reglamentos y que tratan de limitar las competencias de las diferentes ejecutivas– y sin dar audiencia al interesado por la medida, dejan en evidencia no sólo los procedimientos formales sino los contenidos mismos de la vía disciplinaria, utilizada por Ejecutiva Federal 'manu militari'. Donde, efectivamente, puede decirse –como ha ocurrido otras veces anteriores– que «el que se mueve no sale en la foto».
Para parodiar ese pasado –constitucionalista, pactista, con visión de Estado y lo que se quiera añadir como estilema que descalifique– la vicesecretaria general del PSOE y ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero –que hereda el puesto orgánico de Guerra, desde una común plaza nativa– ha ironizado a lo antiguerra, diciendo que: «En este PSOE, el que se mueve sí sale en la foto». Cuando, justamente, la realidad más próxima enuncia todo lo contrario. No hay lugar en la foto más que para los próximos y los establecidos. Para ellos es el reino fotográfico.