El colegio Pérez Molina cerró este jueves los actos de su centenario con chocolate y churros y un encuentro generacional, en el que participaron antiguos alumnos de casi todas las décadas. Unas actividades que se prepararon con mimo por los estudiantes, que cantaron villancicos, agradecieron la presencia de los antiguos estudiantes y tuvieron un recuerdo especial a Miguel Pérez Molina, el fundador del colegio en 1924, quien pensó que garantizar la alimentación de los niños, con la creación de una cantina, ayudaría a aumentar la cifra de escolarización. «¡Ojalá y todos seamos como Pérez Molina!», dijo ayer uno de los estudiantes que leyó el texto de bienvenida como recordatorio de la Navidad y la ayuda a los más necesitados.
Entre los alumnos que visitaron ayer el colegio se encontraba Patro García, a las que le faltan unos meses para llegar a los 93 años, y seguramente la alumna más antigua del centro. «Cuando nació mi hermano mayor estaban haciendo el colegio», explicó la antigua alumna, que recordaba llegar a aquel edificio en los años 30, con un jardín al pasar y largas galerías a los lados y que repartía a los alumnos en párvulos, primero y luego dos cursos por aula. Hasta los catorce años estuvo en este centro, señaló García, quien recordó que eran los años de la postguerra, cuando en la cantina los chicos se comían «hasta las pieles de las naranjas» para paliar el hambre. Recuerda que además de comida daban ropa y calzado en el colegio.
El director del centro, Pedro Moncalvillo, expuso la importancia del centenario para el colegio y la ayuda de Vicente Palomares, que la ha convertido en un libro. Una historia en la que de cantina pasó a ser conservatorio, colegio femenino, luego mixto para recuperar el comedor en los años 90 y ser el centro escolar que es hoy. Esa historia, recordó Moncalvillo, se cuenta con el avance de las nuevas tecnologías, que marcan cada tiempo. «De las máquinas de escribir a los ordenadores y fotocopias», señaló.
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En el acto de ayer participó además Pilar Cinca, profesora durante 28 años del colegio donde también trabajó su hermana Carmen, así como otras alumnas del centro como Consuelo Alcázar o Carmen y Maribel Doménech.