Francisco García Marquina

EN VERSO LIBRE

Francisco García Marquina


Las mujeres afganas

31/08/2021

El mundo padece el enfrentamiento entre un occidente que trata de vivir en libertad y democracia, según el hombre, y los países que se gobiernan por la dictadura de un Dios imaginario, con oficiantes fanáticos y violentos que se valen de la Sharia, el opio y el Kalash.
Todos en Afganistán sufrirán el recorte de derechos y libertades y en esta columna voy a tocar lo que afecta a la mujer. Pero sin olvidar lo que han de soportar igualmente los cristianos, los sexualmente diferentes, los artistas, los creadores y los intelectuales.
En nuestra sociedad que respeta, valora e iguala (aún con limitaciones) a la mujer, la toma de Kabul por los bárbaros se ve como una catástrofe. Pero aparte de una difusa condolencia, ni el feminismo ni el Me-too han alzado su voz ni montado manifestaciones como en otras ocasiones grandes campañas. Han tenido ese obligado pudor porque allí la mujer lucha por su vida mientras que en España hay un feminismo en forma de ideología y negocio centrado en superfluidades como lo trans, y en lograr cuotas abusivas de protección. Solamente Teresa Rodríguez, con su espontaneidad silvestre, se ha atrevido a comparar la situación de las mujeres en Afganistán bajo el yugo de los talibán con la actual de las andaluzas bajo la derecha.
Las potencias occidentales, que en el pasado abusaron con descaro del colonialismo, en este siglo se han involucrado en guerras exteriores que bajo el pretexto de implantar la democracia se han propuesto expoliar los recursos del país. Pero ninguno ignoraba que bajo la mirada de Alá no hay posibilidad de democracia. Irán no se convirtió en liberal y está en manos de los islamistas, Irak fue invadida por la falsedad de unas armas de destrucción masiva y pasó de una tiranía racial a una anarquía y Libia sufrió el  mismo retroceso de la tribu al desorden. La conciencia e integridad nacionales son la base del buen gobierno y no se logra con los fusiles de los marines. Los talibanes son unos déspotas, pero son los de aquí, es la propia etnia, como fueron Sadam y Gadafi en sus países, y dan el sermón y esgrimen el látigo en nombre su Dios.
No es la ideología feminista lo que necesita la mujer afgana. Ellas soportan la tiranía masculina y son azotadas si hacen ruido al caminar, pero las nuestras hacen su enunciado desde cuotas opuestas de privilegio en que se castiga al varón que les dice un piropo. Las afganas necesitan no sólo respeto, libertad, igualdad y trabajo, sino hasta salvar su integridad física. ¿Vamos a exportarles transexualidad, o los beneficios del coito anal, o el lenguaje inclusivo que es en lo que ahora propugnan y por lo que cobran las instituciones feministas españolas? Por eso callan prudentemente, sabiendo que cualquier mujer afgana desearía vivir bajo lo que ellas tachan como un horrible hetero-patriarcado opresor de la mujer española.
En España estamos en manos de una progresía para la que la política es un discurso que se sostiene al margen de la realidad. En un momento de auge del yihadismo no es una buena idea abrir las puertas a todo el que quiera entrar, según la monserga buenista y suicida en favor de la multiculturalidad que acoge y subsidia a quienes disgregan la entidad de España.