José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Lenguaje y perversión

10/04/2024

Se puede retorcer –a modo y manera– el artículo 92 del texto constitucional para encontrar lo que no hay. Y esa es la pretensión del Govern de Pere Aragonés, presidente de la comunidad catalana, con la asesoría flamante de Joan Ridao –exportavoz en el Parlamento español de la misma formación– que ahora preside el IEA (Instituto de Estudios de Autogobierno), en una demostración de independencia de posiciones y saberes harto discutibles. Por mucho marchamo de imparcialidad y de neutralidad del Instituto de Estudios, por mucha asepsia científica que se le quiera dar al citado IEA. 
Todo ello, para invertir el sujeto político que contempla el citado artículo 92 de la Constitución Española. Se puede solicitar lo apetecido por el independentismo y asesorado y asentido por el IEA, pero con reforma constitucional mediante. Como, por demás, fijaba la sentencia del Tribunal Constitucional de 2008, al hablar de «la nación única e indivisible» y del «único sujeto político soberano». Ni hay posibilidad de nación de naciones, ni de sujetos políticos regionalizados. Con el texto constitucional presente es lo que hay. Lo otro, las pretensiones de dar carta de legalidad y constitucionalidad a la supuesta convocatoria de un referéndum sólo para catalanes, ya se sabe a dónde conduce. Al juego de las delirantes fantasías políticas que, cada vez más, tienen que ver con el juego –y sus derivadas habladas y escritas– del lenguaje. Como cita Carmen Domingo en su pieza La perversión del lenguaje, del pasado 4 de abril.
Juego del lenguaje cada vez más escorado al terreno de los oxímoron o de las imposibilidades factuales, por más que puedan expresarse y escribirse. Así ha venido aconteciendo con el juego de la 'amnistía constitucional', con la 'música militar', con la 'Inteligencia artificial' o con el no menos complicado 'terrorismo piadoso'. Igual que se han deslizado expresiones como 'maldad bondadosa' o 'izquierda nacionalista' y con el transcurso del tiempo, se han acoplado en el archivo de expresiones consentidas y no cuestionadas. Y es que, construimos una expresión contradictoria en sí misma –igual que se construyen relatos que alteran el sentido establecido y su lógica consecuente– y pretendemos que, desde la sola posibilidad expresiva y enunciativa, adquieran carta de naturaleza. Más aún, que desde su mera enunciación adquieran legitimidad de existencia, y para algunos adquieran plena existencia. Con independencia de su lógica, las expresiones del lenguaje político actual tan destempladas, adquieren naturaleza asilvestrada –como puede observarse en el desempeño de las Cámaras– y dicharachera –hablar sin decir gran cosa–. Pero no por ello creemos sus palabras resonantes entre los escaños. Pura farfolla asilvestrada.