Antonia Cortés

Desde mi ventana

Antonia Cortés


Vivir y morir

14/09/2023

Más de 7.000 muertos en Libia por el ciclón Daniel. En Marruecos, un terremoto deja 3.000. Últimas desgracias, últimos titulares. Siguen los conflictos bélicos y las catástrofes naturales. Aumentan los heridos, los desaparecidos, los refugiados, los abandonados, los huérfanos…
Pensar en la muerte. Pensar en la vida. En el camino tan insignificante que a veces existe entre el vivir y el morir. Dos orillas con una distancia desconocida. Dos imanes que se funden en un abrazo. Estar y no estar.  Tejer, despacio, con la minuciosidad de una araña, para atrapar los sueños. Soñar, aun sabiendo lo difícil que es la realidad. Se intenta, se lucha, se cae, se levanta y hasta se puede conseguir. Alcanzar lo anhelado y volar como una cometa, con la ilusión con la que el niño de pies descalzos la ve alejarse. Lejos o cerca. ¿De qué, de quiénes? No todas las realidades son iguales. Cada uno, la suya. Muchas variantes, muchas circunstancias, muchas historias. Unas mejores, otras peores. Depende de tantas cosas… Pero la muerte no sabe de ellas. Llega. Sin más. Avisa cuando quiere. Pocas veces lo hace…
Cada día, en cada rincón, en lujosas casas o bajo techos de paja, en grandes urbes o en insignificantes aldeas, al lado de las montañas o de los mares, entre risas o en tristes sábanas, entre los que ya tienen grandes experiencias acumuladas o los que empiezan a sumarlas…la muerte se pasea ajena al dolor que va a causar. Y actúa. No siempre lo hace de la misma forma. Como un enorme catálogo de pantones, de colores, elige. La decisión puede ofrecer la tregua para un adiós. Se acomoda al lado de la persona elegida y se relaja mientras hace sitio a la ternura de una despedida. También cabe la destrucción. Cientos y cientos a la vez. No hay miramientos, no hay pausas, no hay posibilidades. Arrasa sin piedad como la fuerte granizada una cosecha. Miles y más miles, ante la incredulidad de quienes tuvieron mejor suerte. Suerte. ¿Qué significa esta palabra?
La muerte tiene aliados como los países. Odios encerrados y venganzas programadas. O simplemente compañeros de andanzas. Cuando la naturaleza se asfixia intenta sobrevivir, cuando se siente arrinconada, se defiende. Y no lo sabemos o no lo queremos saber. Igual todo es más simple. Y pasa. Hay supersticiones, filosofías, teorías, formas de ser o modas. Lo positivo se atrae. Lo negativo, también. Y entre uno y otro, el destino se pasea victorioso, poniendo fechas de caducidad en las espaldas mojadas por el mar de dos amantes, en las de los bebés que aún han de nacer, en las de adolescentes que dibujan en la oscuridad un maravilloso futuro, en la de los ancianos que ya no la temen. Y sin conciencia de esa fecha viven y disfrutan envueltos en esa ignorancia maravillosa que protege.
Llora Libia, Marruecos, Ucrania, Grecia, India, Siria, Turquía, Haití… Lloramos demasiados.
La muerte arrebata sin escrúpulos a la vida su billete de tren. Y comienza el triste viaje para quienes contemplan con impotencia el camino tan insignificante que existe entre el vivir y el morir.