En la agenda de Rosa Díez no caben más compromisos, pero aún así llega a todas partes con una sonrisa y, sobre todo, con ganas de contar cosas. Con esta actitud abanderó un acto de UPyD en Toledo el miércoles y compartió varias horas con militantes, simpatizantes y toledanos con ganas de escuchar «que existe otra manera de hacer política». Y tras una jornada agotadora, su agenda tampoco le concedió tregua al día siguiente, pero encontró un pequeño hueco a media tarde para atender a La Tribuna, se olvidó del reloj en una larga entrevista de tres cuartos de hora y terminó despidiéndose con su acento del norte y una contagiosa sonrisa.
UPyD no para de decir que hay otra forma de hacer política, un mensaje muy alentador para los tiempos que corren, pero ¿no suena un tanto utópico?
No es utópico. Es verdadero y alguien lo tiene que defender. Creo en la política, en la necesidad de la política y hago política desde que era una cría porque aprendí en casa que la política y la democracia son inseparables. Y sé que se puede hacer política de forma diferente y que no esté determinada por criterios electorales o pretensiones puramente partidistas.
La utopía así contemplada no es más que un sueño que se llega a convertir en realidad. Y los que están empeñados en mantener la alternancia quieren que los ciudadanos se resignen y trasladan el mensaje de que no hay otra cosa distinta que hacer y que sólo se puede optar entre lo malo y lo peor.
Existe un clima de importante desafección política desde hace tiempo y de crítica constante hacia el político. Pero usted sigue siendo una de las políticas más valoradas año tras año. ¿Cómo lo consigue?
No lo sé, de verdad. Pero la gente que me escribe o me habla valora de nosotros y de mí, que soy la portavoz de esta corriente política, el hecho de entendernos. Lo que más nos agradecen los ciudadanos es que digamos las cosas con sencillez, que hablemos con claridad y que seamos coherentes con un pensamiento. La gente necesita entendernos para recuperar la confianza hacia los políticos, aunque no siempre estén de acuerdo con lo que decimos, y lo ve como un gesto de respeto. Porque cuando un político habla de tal manera que no hay quien le entienda tienes que pensar que hay gato encerrado.
La bandera de UPyD es contar cosas diferentes a lo que acostumbran el PP y el PSOE. ¿Ir contracorriente se puede pagar caro?
Nunca se me ha ocurrido pensarlo así. Lo que hacemos es defender con firmeza las cosas en las que creemos. El mérito está en hacer política pensando que un partido no es más que un instrumento al servicio de los ciudadanos y teniendo absolutamente claro que no tenemos un objetivo en sí mismo salvo ser útiles y defender lo que creemos con convicción y con pasión en toda España. No es ir contracorriente es más bien romper los tabúes a los que nos tenían acostumbrados los partidos políticos del establishment y su pacto de silencio.
Nacimos porque en España hacía falta un partido político de estas características que defendiera la regeneración democrática, pensara en las próximas generaciones en lugar de en las próximas elecciones y defendiera lo que nos une a los españoles, que es mucho más que lo que nos separa y que lo que nos diferencia. También que abandonara el sectarismo y tuviera capacidad de escuchar a todo el mundo. Somos un partido radicalmente antidogmático y del siglo XXI porque analizamos los problemas de los ciudadanos y les damos respuesta, pero no estamos coartados por ninguna cuestión de la derecha o la izquierda y chocamos con el discurso tradicional de los viejos partidos.
Algunas propuestas de UPyD en los últimos meses se han quedado sin el respaldo de otros partidos en el Congreso. ¿Cómo se siente cuando pone de manifiesto una necesidad y, a veces, se encuentra con esa soledad?
Si tuviéramos éxito a la primera no haríamos falta. Cuando planteamos que había que despolitizar los órganos de gobierno de las cajas de ahorro, y votaban todos en contra, era evidente que el mal de las cajas estaba en esta politización y que tomaban decisiones en clave partidista para mantener el poder. Así que no nos extrañaba que votaran en contra porque decíamos cosas que iban en contra de sus intereses egoístas. Nos costó mucho tiempo y una ruina para el país que aceptaran que el diagnóstico era certero.
La primera reacción es no cambiar nada para mantener estos pactos de silencio y de reparto de poder. La resistencia al cambio de los partidos que han controlado todo desde que hay democracia es brutal. Así que cuando nos quedamos solos insistimos e insistimos.
UPyD presentó recientemente un manifiesto sobre la regeneración democrática. ¿Cómo se lo ha tomado el ámbito político?
No han hecho caso y han pretendido ocultarlo porque prefieren no hablar de ello o descalificarlo. Planteamos una reforma constitucional, una electoral y muchas cuestiones que tienen que ver con profundas necesidades de España, pero dicen que no a la propuesta global, aunque unos y otros empiezan a sacar los mismos temas en los mítines y algún día lo harán en el Congreso de los Diputados. Está claro que mientras no afrontemos estas grandes reformas y nos enfrentemos a la crisis institucional y de valores seremos incapaces de salir de la crisis económica.
¿Se ve UPyD con representación en las Cortes de Castilla-La Mancha en la próxima legislatura?
Sin duda ninguna, lo esperamos.
UPyD apuesta por la supresión de las diputaciones provinciales. En la de Toledo, por ejemplo, el endeudamiento creció bastante el año pasado.
Es un endeudamiento de diseño inadecuado al modelo de país del siglo XXI. Las diputaciones forman parte de un diseño municipal de España que se hizo en la Constitución de las Cortes de Cádiz. Hemos vivido así hasta la Constitución del 78, que creó el modelo autonómico y la descentralización política y debería haber traído la desaparición de las Diputaciones. Pero esa estructura que se mantiene es una barbaridad y no tiene lógica. Lo que han hecho otros países que respetan a sus ciudadanos es ir adaptando las estructuras a la evolución de la sociedad.
¿Tiene sentido que España sea el único país que después de la Segunda Guerra Mundial no haya fusionado municipios? No. Tenemos pequeños municipios que no tienen calidad para prestar servicios a los ciudadanos en condiciones porque su estructura no se lo permite, pero no los fusionamos como en Francia, Italia o el Reino Unido, porque preferimos hacer mancomunidades y mantener Diputaciones para seguir empleando a las personas excedentes de los partidos y mantener estructuras de poder partidista.
En Castilla-La Mancha, por ejemplo, no tiene ninguna lógica que haya un Gobierno autonómico y una Diputación en cada provincia porque los ayuntamientos pequeños no pueden prestar los servicios. Así que los municipios deberían fusionarse, pero no lo hacen porque las diputaciones dan mucho poder, los partidos quieren mantener la estructura y llevan a la ruina al país.
¿Se está equivocando el PP con la reforma local que está planteando para los ayuntamientos?
Completamente porque mantiene la vieja estructura y dice que ahorrará mucho dinero porque se reducirá el número de concejales en los municipios pequeños, ¡pero si estos concejales no cobran un duro! Y quieren darle las competencias a las Diputaciones, así que las van a mantener y vas a quitar a los ciudadanos la capacidad de elegir a sus concejales. ¡Qué locura!
Además, van a quitar lo que mejor funciona en la estructura local vaciando de contenido competencial a los ayuntamientos en temas relacionados con Servicios Sociales porque las decisiones las tomará la capital de la provincia sin tener en cuenta que estos servicios funcionan gracias a la cercanía de los ayuntamientos.
¿Ve una locura también las reformas que está abordando el Ministerio de Justicia que están originando grandes protestas?
Sí. El Ministerio de Justicia es el ejemplo de cómo se puede tirar por la borda las cosas más elementales y no afrontar con rigor las mayores necesidades. Gallardón está teniendo la capacidad de conseguir la unanimidad de todos en contra de lo que hace, desde los partidos políticos hasta los operadores judiciales. Acaba de aprobar una ley de tasas, con fines recaudatorios, contestada desde todos los sectores porque es un auténtico despropósito. Y han tenido que rectificarla aunque no han conseguido nada.
En esta semana hemos debatido en el Congreso cinco enmiendas a la totalidad desde perspectivas diferentes a la ley orgánica que va a enfrentar un nuevo modelo de elección del Consejo General del Poder Judicial. Y Gallardón ha reconocido que la única enmienda a la totalidad que cuestionaba radicalmente el modelo era la nuestra.
Aun así, se vuelve a plasmar en la ley que los órganos de Justicia estén en poder de los partidos y que los veinte vocales del CGPJ los elija el Parlamento porque les puede la necesidad de controlar desde los partidos los órganos judiciales. El Ministerio de Justicia es el ejemplo de la voracidad por el control partidista, cosa en la que coinciden con el PSOE, IU, ERC y los nacionalistas, que lo único que han dicho en las enmiendas es ‘qué hay de lo mío, yo quiero un trocito de tarta’.
¿Es tan necesaria la reforma de la ley del aborto?
Estamos a punto de que se repita el error de la legislatura pasada porque Zapatero planteó una ley del aborto con el objetivo de la confrontación al buscar un debate entre la izquierda y la derecha, sin entrar en que la ley en vigor tenía disfunciones y no daba seguridad jurídica a los profesionales sanitarios ni a las mujeres. Y se han cometido muchas barbaridades que han permitido hacer caja a muchos profesionales desaprensivos.
Ahora van a plantear el debate desde la misma perspectiva y es una irresponsabilidad. Creemos que el aborto no es un derecho, es un drama siempre y lo que tiene que hacer el legislador es regularlo de forma que esté claro en qué condiciones no es delito y en qué supuestos está penalizado. Hay que tomárselo en serio porque no es algo de derechas ni de izquierdas.
¿Por qué a UPyD no le gusta el modelo público y privado de la sanidad que está planteando en Madrid, Castilla-La Mancha y otras comunidades?
Es que no es así. Lo que está planteando y está llevando a cabo el PP es la privatización del sistema público de salud. UPyD no hace ascos a que haya una gestión privada en parte siempre que la definición y el control del servicio sea público. Pero lo que está haciendo es adjudicárselo a sus amigos y los ciudadanos reciben las prestaciones sanitarias en peores condiciones, con menos calidad y menos eficacia. El sistema de salud es menos público, menos gratuito y de menor calidad. ¡Para algo que teníamos bien se lo están cargando! Y no lo digo yo por prejuicio políticotambién acaba de decirlo el informe del Defensor del Pueblo, que cree que el sistema funciona mucho peor y ni siquiera nos sale más barato.
El Gobierno va a dar a conocer en unos días nuevos ajustes económicos. ¿Qué espera?
Dan miedo porque nunca explican nada, niegan la verdad y van con el engaño por delante. Me temo que el cinturón se apretará para la gente que ya no tiene más agujeros, pero seguirán sin exigirse responsabilidades a los responsables de la situación.
¿Hacemos demasiado caso al Fondo Monetario Internacional?
No. El FMI tiene su función, hay que escucharlo. No nos dice cómo tenemos que cuadrar el déficit en la Unión Europea ni de dónde lo tenemos que sacar, es el Gobierno el que decide. Tampoco nos dice que mantengamos cadenas de televisión y de radio públicas deficitarias y montemos organismos a diestro y siniestro para mantener el poder de los partidos políticos.