¿Ustedes creen que hay futuro?». Menuda pregunta. Con esta pregunta retórica arrancaba el periodista Martín Caparrós su nueva columna visual en El País, 'Ay, futuro', que se ha estrenado este domingo 21. Bien diferente el ¡Ay futuro! del que fija el otro posible 'Hay futuro'. Una cosa es la interjección del lamento o el dolor y otra la expresión verbal de optimismo por lo venidero: haberlo, haylo. Hay quien da cuenta –como hace Antonio Elorza, en su pieza sobre el desaparecido Miguel Barroso, ideólogo y cuasi editorialista del diario, desde su posición de consejero de Prisa, publicada en el digital The Objective del 23 de enero– de las transformaciones verificadas en El País, desde 2018. Y, como conclusión de lo venido después: «Y en un lógico fin de fiesta, de modo definitivo, con la limpieza de julio de 2022».
Desde entonces, la transformación del periódico no puede pasar desapercibida en los diversos movimientos verificados en los colaboradores de relieve. Desaparecidos Javier Pradera y Javier Marías, cerrada la 'Piedra de toque' de Mario Vargas Llosa y desplazados otros aristados, a los rincones del silencio o del exilio impreso –se citan desde Juaristi a Trapiello, desde Espada a Enric González o Javier Valenzuela y Antonio Caño– el periódico –otrora diario independiente de la mañana–, cumple un papel cada vez más gubernativo y gubernamental, a pesar de las llantinas de Cebrián, que por ahora sigue siendo presidente de honor del grupo. Hay quien achaca todo ello al llamado 'desembarco catalán' con los Vidal Folch, Jordi Gracia, Jordi Amat y Lluis Bassat entre otros, que han dado una vuelta de tuerca significativa en la percepción, debate y desarrollo de 'la cuestión catalana'.
Hay quien incluso mantiene aún, con ingenuidad visible y con olvido notable, lo de diario socialdemócrata, cuando se han perdido tantas referencias y diluido señales. Ingenuidad por olvidar la coexistencia vil del famoseo enriquecido y de la izquierda caviar, con las tesis de lo social, más propias de cierto populismo rampante. Y olvido notable por omitir que entre los socios fundadores del periódico estuvo Fraga Iribarne, que nunca tuvo nada de socialdemócrata. Digo todo esto tras el conocimiento del despido –rescisión acordada– de otra pieza referencial del periódico, como ha sido Fernando Savater, un colaborador cuasi fundador y quien ya venía desempeñando cierto papel de Pepito grillo en el tono monocorde de las páginas de Opinión en los últimos años. Y por ello, ha venido marcando distancias que han resultado ser inasumibles para el actual equipo de dirección. Cada vez más retratado.