No valen medias tintas, ante una situación de emergencia nacional en la que está en juego la continuidad de la democracia, hay que retratarse. Todos, sin excepción, incluidos los socialistas de verdad, los socialistas de larga trayectoria y compromiso, cuyo trabajo de años ha tirado por la borda un político de escasos méritos y biografía engordada artificialmente, pero que ha conseguido mantenerse en el poder gracias a su absoluta falta de escrúpulos. Y falto, desde luego, de los principios que han caracterizado a la gente del Psoe, que por el comportamiento que ha tenido durante años difíciles, cuenta con el respeto generalizado de la sociedad. Incluso el de personas muy alejadas de su ideología.
Todos, absolutamente todos los españoles orgullosos de lo conseguido tras décadas de dictadura, de haber aprobado una Constitución en un tiempo record que asombró al mundo, y que creó una España de convivencia después de las consecuencias demoledoras de una guerra civil, debemos poner pie en pared contra los desmanes de un presidente de gobierno que ni siquiera quiso asumir el compromiso no escrito de dejar gobernar al partido más votado. Felipe González, en 1996, recibió ofrecimientos de partidos afines que le apoyarían para mantenerse así en Moncloa. Pero Felipe González respondió que lo justo era que se dejara gobernar a quien había ganado las elecciones y encontrara los socios necesarios para hacerlo. Nada que ver con la actitud de Pedro Sánchez, de ambición desmesurada y enfermo de rabia por no ganar a Feijóo, que gobernará con partidos que repugnan a infinidad de socialistas.
Los jueces han dado el primer paso, el imprescindible, con el que tratan de impedir que desaparezca la España democrática, el Estado de Derecho. Se han sumado los fiscales, aunque su dependencia de la Fiscalía General está poniendo trabas en sus denuncias. Y los empresarios mantendrán una reunión el lunes para determinar su posición ante un gobierno que firma acuerdos inaceptables con personajes de biografía también inaceptable, biografía que Sánchez blanquea con intromisiones intolerables en el área de la Justicia y de la Constitución.
Sin embargo, en el ámbito del periodismo, en determinados medios afines al gobierno es muy visible la característica principal de los sanchistas: apoyo incondicional a Pedro Sánchez aunque cometa auténticas barbaridades. Los hay que firman columnas que son excepción en la línea editorial de su periódico o emisora. Pero otros, nos llenan de estupor porque, conociéndolos, sabemos perfectamente que aceptan de buen grado las consignas; no quieren problemas y no escriben ni dicen lo que verdaderamente piensan. Incluso no dudan en escribir al dictado.
Es hora de que los españoles que no están de acuerdo con lo que se decide en las alturas, lo denuncien abiertamente. Con los convencidos, que los hay, lo único que cabe es respetarlos. Pero a los oportunistas, ni respeto ni afecto.
En momentos como los que estamos viviendo, es cuando hay que dar pasos sin complejos, sin miedo. Porque el futuro de este país que todavía se llama España, está en peligro.